La niña que quería soñar hoy está empachada. Le duele la barriga y es por su culpa. Ella lo sabe perfectamente y por eso no se queja. ¿A que se debe el empacho? Demasiado chocolate. Pero ella no se queja porque el chocolate es su pasión y cada vez que puede recurre a él, ya sea para pasar un buen rato, para saciar su hambre o para olvidar. Esta vez ha sido por una apuesta, pero en el fondo da igual, le va a seguir doliendo la tripa durante un buen rato, asi que cierra los ojos y se deja llevar. El ruido de su estómago le recuerda al mar, a las olas. Le encanta soñar con el mar, la relaja, la lleva de viaje a través de las olas, de los cuentos. Piensa en las gaviotas, en los peces, en las estrellas, en el amor. El mar es como el amor. Cuando uno está enamorado es como si flotara en el mar, siendo arrastrado por la vida, por la brisa, disfrutando de todo en cualquier lugar sin importar donde se está exactamente. Los problemas vienen cuando uno se acerca a la playa, el rompeolas. Las discusiones que te ahogan, el miedo a caer, el miedo a las olas, la tensión, las dudas, las preguntas, los porqués. Una vez llegado a ese punto pueden pasar dos cosas, o que las aguas se calmen volviendo a ser arrastrado mar adentro, o que la resaca de la marea te deje varado en la playa. Solo. Con la cabeza en otra parte. Sin tener muy claro lo que ha pasado, sin saber quien ganó la batalla y quien la perdió. Después de un cierto tiempo en la orilla, dejas de pensar en el mar y descubres que hay arena bajo tus pies. Entonces entretienes tu mente con las cosas que vas encontrando por la playa. ¿Olvidarás el mar? ¿Cómo olvidar algo que tienes delante? El mar y sus olas. No podrás olvidar como te mecían las olas, los peces de alta mar, las gaviotas, pero empezarás a conformarte con las conchas enterradas, con las piedras de colores, hasta que un día no recuerdes que era lo que te gustaba del mar. Y entonces, un día, sin saber muy bien porqué ya no te gustará nadar en el mar, así que cogerás un barco para navegarlo. ¿Miedo? Quizá. Dejarás que tus manos recorran la superficie del agua y sentirás la misma sensación que la primera vez. Pero no querrás recordar y volverás a la orilla, buscarás una botella que llenar con arena y la tirarás al mar. Se hundirá, igual que se hunden las esperanzas, los miedos y los sueños. La niña se siente como esa botella de arena bajando por la inmensidad del océano. Le sigue doliendo la tripa, sigue empachada. Aún así sabe que no va a renunciar al chocolate, mmmmm, chocolate. Imagina peces de chocolate en su mar particular de sueños. Nada como un buen pez de chocolate para volver a soñar, esta vez con los duendes, con las hadas, con manzanas. Fresas con chocolate, nueces con chocolate, le sigue doliendo la tripa pero le da igual, la vida con chocolate tiene otro sabor.
.
jueves, 17 de marzo de 2011
jueves, 24 de febrero de 2011
proyecto XV
La niña que quería soñar ha decidido seguir con su puzle. La esponja amarilla, como siempre, se pone a su lado para darle ánimos, a la esponja no le gusta hacer puzles, pero se entretiene viendo como los hace la niña. El niño que quiere escribir está en sus cosas, ajeno a la situación puzlera. La niña vuelve a la asociación de ideas, esa que le dio buen resultado en algún otro poyecto. Coge una pieza, la mira, la gira y piensa "Es como la noche y la luna". Pero la pieza no encaja. "Claro, hay noches que no tienen luna". Vuelve a girarla y piensa "Como las bicicletas y los senderos". La pieza vuelve a no encajar. "Un tenedor y un pimiento". Nada. "¿Las cebollas y los ciervos?" Una vez más la pieza no encaja. La cambia por otra. Mira a la esponja amarilla en busca de alguna idea mejor. "Pasear y respirar" Parece que encaja pero no, queda un poco ancha, habrá que probar otra. "El silencio y la guerra", "Sufrir y llorar", "El azul y el rosa", "Leer y sentir", "Un campo de arroz y un pájaro gris" son algunas de las asociaciones que va haciendo la niña, pero ninguna hace que sus piezas encajen en su puzle. El niño la mira de reojo, espera a que la niña le pida ayuda, pero en el fondo sabe que la niña no lo hará, así que se acerca a la mesa, coge una pieza al azar, la mira, la gira y la encaja, seis piezas ya. La niña lo mira. "¿Cómo lo haces?" le pregunta al niño. El niño la mira y sonríe. "¿No piensas contarme tu secreto? ¿No me vas a decir como haces que cada pieza encaje solo con mirarla?" El niño la mira, coge otra pieza al azar y vuelve a encajarla. "Así".
.
.
lunes, 14 de febrero de 2011
proyecto XIV
El niño que quería escribir lleva una semana cojo. ¿El porqué de su cojera? todo un misterio. La niña que quería soñar y la esponja amarilla están decididas a resolver el misterio. Se sientan la una enfrente de la otra y empiezan a lanzar ideas al aire. La niña se imagina que el niño cojea porque se cayó jugando a los superhéroes. Quizá quería ser como spiderman y tropezó con un ladrillo mal puesto en la pared. La esponja en cambio piensa que cojea porque se ha dado un golpe en el pie contra un mueble, de esos que te hacen ver las estrellas. A la niña le duele solo el imaginárselo, pero no cree que el niño fuera capaz de reprimir un grito de dolor al golpearse así que también se desecha esa idea. Nadie sabe porque pero el niño cojea. La niña busca en su mente alguna situación que le permita explicar una cojera, se le ocurren muchas, pero ninguna convincente. Una pata de palo, una piedra en el zapato y el mordisco de un perro también son ideas rechazadas, aunque la niña divaga en historias de piratas, loros y peces y por supuesto no le importaría en absoluto que el niño fuese un pirata de esos modernos, sin parche en el ojo y sin garfio en la mano. Quizá en algún rincón tenga escondido un barco, de esos con dos mástiles, con grandes velas para surcar los mares en busca de peligros y tesoros. Los ojos de la niña brillan de emoción pero la esponja amarilla le recuerda que los piratas solo existen en los cuentos, que el niño no tiene una pata de palo, ni es un pirata, simplemente cojea. La niña la mira un poco enfadada pero en el fondo sabe que la esponja tiene razón. ¿Alguna otra idea? Ambas se miran. Ninguna. La niña suspira, quizá solo haya sido un tropiezo y es probable que pronto deje de cojear, pero hasta entonces la niña seguirá pensando que es un pirata y seguirá buscando en cada rincón un barco de madera que le permita alejarse mar adentro, con una jarra de grog en la mano y un loro apoyado en su hombro izquierdo. Mientras quede ilusión siempre se podrá soñar.
.
.
martes, 1 de febrero de 2011
proyecto XIII
La niña que quería soñar hoy está haciendo un puzle. El niño que quiere escribir mira el puzle sin mucha confianza. La esponja amarilla le guiña un ojo y la anima a continuar. La niña imagina que cada pieza del puzle es una idea, si consigue unir una idea con otra, pronto se formará un gran todo y así acabará el puzle. Coge una pieza y piensa en poder unirla con otra. "Esto no tiene que ser difícil" piensa. "Es como unir el sol con un amanecer" y entonces como por arte de magia coge otra pieza y encajan. La niña sonríe. "Es como unir el mar con un pez" y otra pieza encaja, ya son tres. Al ver tal entusiasmo, el niño que se había marchado, regresa para mirar los cambios. "¿Me ayudas a ordenar ideas?" le pregunta la niña. El niño la mira pero no opina. Mira por encima las piezas esparcidas por toda la mesa y coge una al azar. "¿En que se parecen un pez y una estrella de mar?" dice la niña mientras coge la pieza que sostiene el niño en su mano y la encaja entre las suyas. El niño la mira y luego mira las cuatro piezas unidas. Vuelve a mirar a la niña y suspira. "Sé que crees que no voy a conseguir unir todas las piezas porque no soy capaz de unir todas las ideas." Al niño no parece sorprenderle lo que escucha. La niña prosigue "Quizá no lo sepa todo, quizá no quieras contarme lo que me falta por saber, quizá no quieras ayudarme a comprender, pero poco a poco las piezas irán encajando, como las ideas, y así, poco a poco, conseguiré hacer el puzle, ¿qué tal las estrellas con los sueños?" y una pieza más se une a su pequeño cuento.
.
.
miércoles, 26 de enero de 2011
proyecto XII
- ¿Un día de la semana?
- El jueves- Un número
- El 9- Un color
- El rojo- Un recuerdo
- El mar- Un olor
- El olor del pelo- Un músculo
- El biceps braquial- ¿El biceps branquial?
- Braquial, he dicho el biceps braquial- Aún así... en fin, ¿un gesto?
- Una media sonrisa- Un animal
- La ballena azul- ¿Un helado?
- Pistacho- Un juego
- El ajedrez- Una hora
- Las 5 de la mañana- Un cuento
- Barba Azul- Un refrán
- El tiempo pone a cada uno en su lugar- ¿Un coche?
- Un descapotable- ¿Un descapotable? ¿Dónde vas con un descapotable?
- ¿Y dónde vas tú con tantas preguntas?- A ningún sitio
Esa misma tarde, bastante después de la ronda de preguntas, el niño encuentra una hoja pegada en una ventana. Se acerca para tirarla pero una vez entre sus manos empieza a leer:
"Nueve años después aún recuerdo aquel jueves, cuando el mar se volvió rojo en aquel atardecer. Al cerrar los ojos aún percibo el olor de tu pelo, camomila. Te gustaba estudiar en la playa. Yo te acompañaba cada vez que podía, biceps braquial era lo que tocaba aquella tarde. Me miraste con tus ojos color pistacho mientras me dedicabas una media sonrisa, tu media sonrisa. Recuerdo que hice alguna broma con una ballena azul que te recordó a aquellas historias de piratas que solías leer. Me imaginabas como Barba Azul blandiendo mi espada de madera contra todo aquel que se atreviese a desafiar mis órdenes. Con una jarra de grog en la mano y un loro parlanchín en el hombro izquierdo. No dijiste nada de un parche en el ojo pero supongo que fue porque por aquel entonces todavía utilizaba gafas. Dejabas volar tu imaginación con cualquier cosa, por lo que tenía que recordarte que volvieras a estudiar, mientras yo me centraba en el momento, en perderme, en encontrarme, en encontrarte. A veces jugaba solo al ajedrez, siempre decías que aquello era muy complicado, como el mundo, como tú, como yo. Entonces era cuando oscurecía y te llevaba a casa. Aquel día te subiste en mi viejo R5 y me hiciste bajar todas las ventanillas. Cuando el aire revolvió tu pelo me dijiste que si alguna vez te subías a un descapotable pasarías de peinarte. Aquella noche se nos hizo tarde. Te fuiste cuando en mi reloj daban las 5 de la mañana. ¿Qué pasó después? La vida se complicó, se nos complicó. Nueve años después aquí estoy. No te busco, solo que hoy tu recuerdo vino a verme. El tiempo pone a cada uno en su lugar y mi lugar está aquí y el tuyo a saber dónde. Los recuerdos ya no me duelen, solo me hacen compañía en días como hoy y ¿sabes qué? Me encantó conocerte."
domingo, 23 de enero de 2011
lunes, 10 de enero de 2011
proyecto XI
La niña que queria soñar hoy está muy pensativa. Mil preguntas rondan por su cabeza, llena de dudas, llena de historias y de sueños. El niño que por allí anda se acerca y la mira.
- ¿Alguna novedad? - pregunta
- Pues no se - responde la niña levantando los hombros
- Creí que estabas pensando en algo, se te veía concentrada
- Si, pensaba.
El niño la interroga con la mirada pero la niña parece que ha vuelto a sus pensamientos. Mira a la esponja amarilla pero esta prefiere no meterse en líos por ahora así que se encoge de hombros y sigue con sus cosas.
- El cromosoma X es como el pollo agridulce - dice de repente la niña
El niño que ya había vuelto a sus cosas abre los ojos de par en par y mira a la esponja amarilla con cara de susto y de no entender nada. La esponja le devuelve la mirada, ella tampoco entiende nada. El niño se acerca con curiosidad a la niña pero no sabe si es mejor preguntarle algo o quedarse cayado. Elige la segunda opción, hoy se siente prudente. Al cabo de un tiempo la niña descubre que el niño la mira.
- ¿Qué? - le pregunta
- Pues he creído escuchar algo del cromosoma X pero no me ha quedado muy claro que era
- Que el cromosoma X es como el pollo agridulce
- ¿Y eso? - pregunta con cara de no entender nada.
- Muy fácil. Es como cuando te dan una noticia muy buena y a la vez una muy mala.
La niña se gira y ve al niño y a la esponja amarilla mirándola fijamente, así que decide seguir hablando.
- Cuando te dan una noticia muy buena y una muy mala, por un lado te sientes extremadamente bien y por el otro como una mierda. El resultado de estos dos sentimientos no derivan en un sentimiento neutro, sino que hay zonas de uno mismo que se sienten llenas de alegría y hay zonas a las que les embarga la tristeza. Es como los gatos hembra. En las hembras de los gatos se ve claramente por el color de su pelo, que cromosoma X se ha desactivado, el de la madre o el del padre. Lo mismo ocurre con la felicidad en los momentos de emociones contrarias. En unas células se inactiva el gen de la felicidad y en otras no, por eso el sentimiento de ambas cosas a la vez no provoca un sentimiento neutral sino provoca una felicidad extrema y una tristeza extrema por zonas, según la zona en la que se inactive.
Las caras del niño y de la esponja a estas alturas de la conversación son un poema. Pero la niña está tan convencida de lo que está diciendo que se olvida de su audiencia y sigue hablando.
- Por eso, he llegado a la conclusión de que el cromosoma X es como el pollo agridulce, porque no provoca la felicidad ni la tristeza extrema, pero te deja una sensación tal que no sabes exactamente lo que sientes y a la vez lo sabes perfectamente.
La niña ha dejado de hablar hace un rato pero ni el niño ni la esponja han dicho ni una palabra, de hecho ni se han movido. Todavía están asimilando todo lo que ha dicho la niña. Esta vez sí que se ha pasado soñando, pero ninguno va a despertarla de su sueño. ¿Miedo a su reacción? No. Miedo a que sea verdad. Tal vez la vida no sea tan complicada, solo hay que saber combinarla con la salsa adecuada.
.
- ¿Alguna novedad? - pregunta
- Pues no se - responde la niña levantando los hombros
- Creí que estabas pensando en algo, se te veía concentrada
- Si, pensaba.
El niño la interroga con la mirada pero la niña parece que ha vuelto a sus pensamientos. Mira a la esponja amarilla pero esta prefiere no meterse en líos por ahora así que se encoge de hombros y sigue con sus cosas.
- El cromosoma X es como el pollo agridulce - dice de repente la niña
El niño que ya había vuelto a sus cosas abre los ojos de par en par y mira a la esponja amarilla con cara de susto y de no entender nada. La esponja le devuelve la mirada, ella tampoco entiende nada. El niño se acerca con curiosidad a la niña pero no sabe si es mejor preguntarle algo o quedarse cayado. Elige la segunda opción, hoy se siente prudente. Al cabo de un tiempo la niña descubre que el niño la mira.
- ¿Qué? - le pregunta
- Pues he creído escuchar algo del cromosoma X pero no me ha quedado muy claro que era
- Que el cromosoma X es como el pollo agridulce
- ¿Y eso? - pregunta con cara de no entender nada.
- Muy fácil. Es como cuando te dan una noticia muy buena y a la vez una muy mala.
La niña se gira y ve al niño y a la esponja amarilla mirándola fijamente, así que decide seguir hablando.
- Cuando te dan una noticia muy buena y una muy mala, por un lado te sientes extremadamente bien y por el otro como una mierda. El resultado de estos dos sentimientos no derivan en un sentimiento neutro, sino que hay zonas de uno mismo que se sienten llenas de alegría y hay zonas a las que les embarga la tristeza. Es como los gatos hembra. En las hembras de los gatos se ve claramente por el color de su pelo, que cromosoma X se ha desactivado, el de la madre o el del padre. Lo mismo ocurre con la felicidad en los momentos de emociones contrarias. En unas células se inactiva el gen de la felicidad y en otras no, por eso el sentimiento de ambas cosas a la vez no provoca un sentimiento neutral sino provoca una felicidad extrema y una tristeza extrema por zonas, según la zona en la que se inactive.
Las caras del niño y de la esponja a estas alturas de la conversación son un poema. Pero la niña está tan convencida de lo que está diciendo que se olvida de su audiencia y sigue hablando.
- Por eso, he llegado a la conclusión de que el cromosoma X es como el pollo agridulce, porque no provoca la felicidad ni la tristeza extrema, pero te deja una sensación tal que no sabes exactamente lo que sientes y a la vez lo sabes perfectamente.
La niña ha dejado de hablar hace un rato pero ni el niño ni la esponja han dicho ni una palabra, de hecho ni se han movido. Todavía están asimilando todo lo que ha dicho la niña. Esta vez sí que se ha pasado soñando, pero ninguno va a despertarla de su sueño. ¿Miedo a su reacción? No. Miedo a que sea verdad. Tal vez la vida no sea tan complicada, solo hay que saber combinarla con la salsa adecuada.
.
jueves, 23 de diciembre de 2010
proyecto X
Lluvia, frío, viento, no cabe duda de que llegó el invierno. Con él llegan las luces, las guirnaldas, las fiestas, los abrazos y los hasta luego. Nuestros personajes también se separan para estas fechas. Cada uno, con más o menos ganas, viaja a su sitio de origen para pasar unos días alejados del murmullo de la ciudad. La niña aprovechará para recuperar sueños perdidos, cultivar la paciencia y cargar pilas, el niño intentará desconectar de todo aunque sabe que probablemente no lo consiga y la esponja amarilla esperará ansiosa el regreso de sus amigos para volver a vivir mil aventuras, mil anecdotas, mil broncas, mil sorpresas y millones de momentos inolvidables. Como inolvidable ha sido este año que ya se nos acaba. ¿Qué les deparará el 2011? Solo el tiempo tiene la respuesta.
Hasta pronto :)
Hasta pronto :)
viernes, 10 de diciembre de 2010
proyecto IX
Érase una vez que se era una mañana fría y azul, rosa y morada, también tenía algo de naranja y un poco de verde en el color de las sábanas. Al fondo un jardín, amarillo y granate, de piedras con lunares. En las piedras una inscripción. Cuatro letras: ATGC. Dentro de la A un olivar, dentro de la T una estrella fugaz. En la G un sombrero y en la C un guerrero. El guerrero secuestró el sobrero y lo escondió en el olivar, pidiendo que nadie lo encontrara a la estrella fugaz. La estrella le guiñó un ojo, enamorando al guerrero que la siguió hasta el mismo infierno. Un infierno color pistacho, morado y plateado. Algo de azul, algo de dorado. La estrella al guerrero había despistado, olor a caramelo, a regaliz, a mora. El guerrero vagaba perdido en mitad del infierno pero no le importaba, la misión llevaba escrita en su espada. La estrella en el cielo brillaba, alegre, pensativa y a veces cansada. De colores claros, verdes, amarillos y anaranjados, a veces riendo y a veces llorando, en el guerrero seguía pensando.
Un dragón gris y un lagarto rosa discutían por una mariposa. Los dos querían darle nombre, los dos querían que fuera su esposa. Ente tanto llegó el guerrero intentando poner orden. Pero pronto lo distrajo el sonido de un renacuajo. Tantas cosas había en aquel lugar que amaba y odiaba, que apenas pudo ver como la luz se apagaba. Primero desapareció el naranja, llevándose consigo el rojo. El amarillo se volvió dorado y desapareció el morado. El infierno se volvió blanco, después opaco, después simplemente vacío.
El guerrero miraba absorto como cambiaban de color las hojas, del verde más intenso al marrón más apagado y después simplemente desaparecían dejando un hueco vacío. Así, poco a poco y sin sentido, fueron desapareciendo todas las cosas. Primero aquellas sin importancia, aquellas que nadie echaría en falta. Después las cosas pequeñas, las que se pierden en cualquier bolsillo. Le siguieron las medianas, las cuadradas, las alfombras planas, después las cazuelas y las palanganas. A continuación las grandes, los relojes, los árboles, después los animales, los sabores, los olores, las risas, las canciones. Poco a poco como en una lluvia de otoño fue desapareciendo el mundo y apareciendo el vacío.
El vacío era frío, perezoso y también algo pegajoso. Cuando se tocaba se expandía, cuando se miraba te atraía. El guerrero utilizó su espada contra el vacío y se volvió vacía. La soltó pensando que el vacío le alcanzaría de no hacerlo. Pensó en la estrella, en si ella podía haber escapado a aquello y la escuchó reír. Cerró los ojos y el negro se apoderó de todo al volver a abrirlos. El vacío era frío y oscuro. El silencio ocupaba lo que antes llenaban los colores. El guerrero intentó gritar pero su voz sonó vacía. Un último pensamiento a la estrella y se sintió vacío. Nada por lo que luchar, nada por lo que seguir, nada que le hiciera moverse, vivir o sonreír. Simplemente vacío.
Mientras tanto, en un lugar lejano, una esponja y un niño hablan despacio.
- ¿Qué le pasa a la niña? ¿Has visto lo cansada que está, lo que le cuesta pensar y como la mirada tiene perdida?
- Si, lo sé, la niña ha dejado de soñar, ha cambiado los sueños por pesadillas.
.
Un dragón gris y un lagarto rosa discutían por una mariposa. Los dos querían darle nombre, los dos querían que fuera su esposa. Ente tanto llegó el guerrero intentando poner orden. Pero pronto lo distrajo el sonido de un renacuajo. Tantas cosas había en aquel lugar que amaba y odiaba, que apenas pudo ver como la luz se apagaba. Primero desapareció el naranja, llevándose consigo el rojo. El amarillo se volvió dorado y desapareció el morado. El infierno se volvió blanco, después opaco, después simplemente vacío.
El guerrero miraba absorto como cambiaban de color las hojas, del verde más intenso al marrón más apagado y después simplemente desaparecían dejando un hueco vacío. Así, poco a poco y sin sentido, fueron desapareciendo todas las cosas. Primero aquellas sin importancia, aquellas que nadie echaría en falta. Después las cosas pequeñas, las que se pierden en cualquier bolsillo. Le siguieron las medianas, las cuadradas, las alfombras planas, después las cazuelas y las palanganas. A continuación las grandes, los relojes, los árboles, después los animales, los sabores, los olores, las risas, las canciones. Poco a poco como en una lluvia de otoño fue desapareciendo el mundo y apareciendo el vacío.
El vacío era frío, perezoso y también algo pegajoso. Cuando se tocaba se expandía, cuando se miraba te atraía. El guerrero utilizó su espada contra el vacío y se volvió vacía. La soltó pensando que el vacío le alcanzaría de no hacerlo. Pensó en la estrella, en si ella podía haber escapado a aquello y la escuchó reír. Cerró los ojos y el negro se apoderó de todo al volver a abrirlos. El vacío era frío y oscuro. El silencio ocupaba lo que antes llenaban los colores. El guerrero intentó gritar pero su voz sonó vacía. Un último pensamiento a la estrella y se sintió vacío. Nada por lo que luchar, nada por lo que seguir, nada que le hiciera moverse, vivir o sonreír. Simplemente vacío.
Mientras tanto, en un lugar lejano, una esponja y un niño hablan despacio.
- ¿Qué le pasa a la niña? ¿Has visto lo cansada que está, lo que le cuesta pensar y como la mirada tiene perdida?
- Si, lo sé, la niña ha dejado de soñar, ha cambiado los sueños por pesadillas.
.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
proyectoVIII
Hoy la esponja amarilla no se quiere levantar. ¿Qué le pasa? ¿Acaso se ha resfriado? ¿Acaso los ojos se le han pegado? La niña se acerca y la mira. Aún respira. Por lo menos es un buen comienzo. El niño, preocupado, la mira por todos lados. ¿Acaso algún trozo se le ha descolgado? La revisión termina y parece que todo está en su sitio. Menos mal, el niño se había asustado. ¿Entonces que le pasa a la esponja que todavía no se ha levantado? La esponja duerme. Duerme tan profundamente, que ni el niño ni la niña van a conseguir despertarla hoy. Sueña con el mar, sueña con sus amigos, sueña con piñas y con medusas, sueña con maullidos de caracoles, sueña con tiburones. Duerme tan profundamente que no se da cuenta de que el niño y la niña han ido a buscarla. No se da cuenta de que su historia ya no está en el agua. Puede que quizá se sienta sola. Puede que esto solo sea una historia. ¿Será de esas en las que el final sabe a regaliz? ¿Será de esas historias que te hacen pensar? ¿Acaso será una historia de las que te hacen sufrir? ¿O será de esas en las que no puedes parar de reir?
- Está cansada. Anda, vamos, déjala dormir.
- Está cansada. Anda, vamos, déjala dormir.
.
viernes, 12 de noviembre de 2010
proyecto VII
El niño y la niña hoy están inventando una historia juntos. Pero como siempre, cada uno tiene un punto de vista distinto. La esponja amarilla se presta a ayudarles.
- Tiene que ser verde - argumenta la niña
- Es azul - dice el niño
- ¿Por qué no puede ser verde?
- Porque los generales van de azul
- ¿Por qué tiene que ser un general? yo quiero que sea un soldado
- No va a ser un soldado
- ¿Por qué no puede ser un soldado? - pregunta la niña indignada
- Porque los soldados no molan
- ¿Cómo que no? Los soldados luchan en el campo de batalla, tienen espadas, miran a los ojos a los enemigos, sangran, pelean, matan, se arrastran por el suelo, ¡viven la batalla! sin duda debería ser un soldado
El niño la mira y suspira.
- Los generales son mejores para empezar porque no luchan, sino que diseñan la estrategia ganadora, los generales mandan sobre todos los soldados, nunca mueren, se cuelgan las medallas y conquistan las tierras, molan mucho más que los simples soldados.
- Yo quiero que sea un soldado - insiste la niña
El niño no la escucha y lo pinta de azul. La niña se enfada.
- ¿Pero qué haces?
- Pintarlo de azul, porque es un general
- ¡Yo quiero que sea un soldado!
- Demasiado tarde, es un general - sonríe el niño triunfante
- ¿Y por qué no podía ser un rey?
- Pues ahora que lo dices si que hubiera molado que fuera un rey - dice el niño pensativo - se te podía haber ocurrido antes
- ¡Ves! Por tu culpa ahora no puede ser un rey
- "Por tu culpa ahora no puede ser un rey" - dice imitandola - pues es un general que está luchando para el rey
- ¿Pero no has dicho antes que los generales no luchan?
- Los generales también luchan, pero desde la retaguardia
- Pues vaya asco de generales, para eso hubiera sido mejor que fuese un soldado
- Pues no, ya no puede ser un soldado - sentencia el niño
- ¿Entonces para qué me dices que te ayude a escribir la historia?
- ¿Qué yo te he pedido qué? - se sorprende el niño
La niña pone cara de pocos amigos, cierra los ojos, respira, abre los ojos, respira, mira al niño y se gira. La esponja amarilla la sigue con la mirada. Sabe que el niño miente, que la niña se impacienta, que el niño lo hace a posta, que a la niña se le pasará, que el niño mañana la volverá a llamar, que la niña sonreirá, que al niño le gusta escribir historias y que a la niña le gusta soñar.
:P
- Tiene que ser verde - argumenta la niña
- Es azul - dice el niño
- ¿Por qué no puede ser verde?
- Porque los generales van de azul
- ¿Por qué tiene que ser un general? yo quiero que sea un soldado
- No va a ser un soldado
- ¿Por qué no puede ser un soldado? - pregunta la niña indignada
- Porque los soldados no molan
- ¿Cómo que no? Los soldados luchan en el campo de batalla, tienen espadas, miran a los ojos a los enemigos, sangran, pelean, matan, se arrastran por el suelo, ¡viven la batalla! sin duda debería ser un soldado
El niño la mira y suspira.
- Los generales son mejores para empezar porque no luchan, sino que diseñan la estrategia ganadora, los generales mandan sobre todos los soldados, nunca mueren, se cuelgan las medallas y conquistan las tierras, molan mucho más que los simples soldados.
- Yo quiero que sea un soldado - insiste la niña
El niño no la escucha y lo pinta de azul. La niña se enfada.
- ¿Pero qué haces?
- Pintarlo de azul, porque es un general
- ¡Yo quiero que sea un soldado!
- Demasiado tarde, es un general - sonríe el niño triunfante
- ¿Y por qué no podía ser un rey?
- Pues ahora que lo dices si que hubiera molado que fuera un rey - dice el niño pensativo - se te podía haber ocurrido antes
- ¡Ves! Por tu culpa ahora no puede ser un rey
- "Por tu culpa ahora no puede ser un rey" - dice imitandola - pues es un general que está luchando para el rey
- ¿Pero no has dicho antes que los generales no luchan?
- Los generales también luchan, pero desde la retaguardia
- Pues vaya asco de generales, para eso hubiera sido mejor que fuese un soldado
- Pues no, ya no puede ser un soldado - sentencia el niño
La esponja los mira en silencio. Pone cara de pocos amigos y se va. De fondo se sigue escuchando el murmullo de la discusión.
- ¿Entonces para qué me dices que te ayude a escribir la historia?
- ¿Qué yo te he pedido qué? - se sorprende el niño
La niña pone cara de pocos amigos, cierra los ojos, respira, abre los ojos, respira, mira al niño y se gira. La esponja amarilla la sigue con la mirada. Sabe que el niño miente, que la niña se impacienta, que el niño lo hace a posta, que a la niña se le pasará, que el niño mañana la volverá a llamar, que la niña sonreirá, que al niño le gusta escribir historias y que a la niña le gusta soñar.
:P
miércoles, 27 de octubre de 2010
proyecto VI
Shhhhh, silencio, el niño está estudiando. A la niña le suena a cuento pero va a ser que no es un invento, el niño estudia. ¿Qué estudia el niño? ¿Un avión, una melodía, un sueño? No, no, no, el niño está estudiando el esqueleto. La esponja amarilla se mira por dentro, no, ella no tiene huesos. La niña sonrie al ver la cara de la esponja, pero no hace ruido, el niño estudia. Asoma su cabeza por encima del hombro del niño. Una vértebra, un húmero, una cadera y un femur. Ahora piensa que hubiera sido mejor no asomarse y en silencio decide marcharse. El niño la descubre, pero no se gira. La niña alcanza la silla y cierra los ojos, respira. Esos huesos le recuerdan a sus pesadillas. Mira a la esponja amarilla y los olvida, ella no tiene huesos. Entretanto un murmullo se apodera de sus sueños, shhhhh, silencio, el niño está estudiando.
;)
;)
martes, 26 de octubre de 2010
proyecto V
Hoy la niña está triste, tan triste que ni cien nubes de chuchería podrían devolverle la sonrisa, tan triste que ni siquiera un abrazo, de esos, de los de verdad, podrían hacer que se sintiera mejor. Hoy la niña ya no sueña, está demasiado cansada para poder soñar, tan cansada que le cuesta mantener el ritmo de su respiración. La esponja amarilla lo intenta, pero ni nueve esponjas podrían absorber las lágrimas que resbalan por sus mejillas. Le duele el corazón. Le duele saber que no puede cambiar, que no puede ser de otra manera. Hoy la niña llora pero sabe que tiene que aprender a no hacerlo. Tiene que aprender a soñar aunque duela, aunque todo se ponga del revés, aunque las lágrimas rebosen sin control por sus ojos. Tiene que aprender a no estar triste, a no escuchar, a no ver, a no sentir. Demasiado difícil para un día demasiado gris. Hoy está muy cansada, quizá mañana cuando abra los ojos vea las cosas de otra manera y vuelva a soñar. Hasta entonces solo le queda intentar olvidar aún sabiendo que no va a ser fácil.
:(
:(
viernes, 22 de octubre de 2010
proyecto IV
Hoy la esponja amarilla se sienta al lado de la niña y la mira. La niña, como siempre, anda en su mundo perdida en su mente. Al rato descubre a la esponja amarilla mirandola fijamente. La niña casi se asusta, esa cara no le gusta, ¿qué quiere la esponja amarilla que de aquel extraño modo la busca? La esponja amarilla se acerca y algo le susurra al oido. A la niña le agrada, se siente entusiasmada. El niño pasa por alli y se queda mirando. La niña le sonríe y le dice: "Habemus regalum"
:P
:P
miércoles, 13 de octubre de 2010
proyecto III
La niña que quería soñar hoy ha tenido un gran sueño, la esponja amarilla quiere saberlo y el niño bosteza con cara de sueño. La esponja amarilla la mira, el niño suspira y la niña pone cara de pilla. ¿Acaso algún acontecimiento causó tanta expectación como aquel sueño? El niño levanta una ceja y frunce el ceño, la esponja amarilla se revuelve en su asiento y la niña, nerviosa, empieza a contar su cuento. Aventuras, ilusión, amistad, alegría, sonrisas, reencuentros, recuerdos, abrazos, nostalgia, el cuento se acaba pero aún se respira la magia. La niña suspira, el niño la mira y la esponja amarilla a continuar la anima. ¿Cómo podrá la niña contar aquello que ha soñado si apenas un segundo ha durado? A la esponja amarilla las pupilas le brillan, la niña cierra los ojos e imagina. ¿Qué será aquello que por su imaginación camina? ¿Acaso será una película de esas con final feliz en las que el final sabe a regaliz? Si así fuera la esponja amarilla imagina hacer una fortuna, el niño la mira y lo duda. La niña solo sabe que al niño le debe una.
:)
:)
miércoles, 6 de octubre de 2010
proyecto II
He aquí otra vez el niño que quería escribir, la niña que quería soñar y la esponja amarilla que tenía un buen invento. Hoy el niño no tiene un cuento, lo que quiere es aprender a usar su invento donde la niña pueda leer sus cuentos. La niña tiene la idea, el niño sus dudas y la esponja amarilla nuevamente viene en su ayuda. ¿Cómo podrá convencer al niño de que puede hacer lo que quiera con su invento? ¿Acaso tendrá que contarle un cuento? El niño lo mira, la niña sonrie y la espoja amarilla de ambos se ríe. La niña sabe que debe darle un poco de tiempo, la esponja amarilla que usará su invento y el niño... al niño se le ve contento.
:)
:)
viernes, 1 de octubre de 2010
proyecto
Erase una vez un niño que queria escribir, una niña que queria soñar y una esponja amarilla. La niña tenía un cuaderno, el niño tenía un cuento y la esponja amarilla un buen invento. El niño quería el cuaderno, la niña quería escuchar el cuento y la esponja amarilla que usaran su invento. Aquello era un lío, el niño no diría su cuento hasta que la niña no le diera el cuaderno y la esponja amarilla solo quería vender su invento. ¿Cómo podrían resolver aquel entuerto? La niña gritaba, el niño cayaba y la esponja amarilla a los dos los miraba. La esponja amarilla tomó una decisión, a la niña quitó el cuaderno, al niño el cuento robó y con la ayuda de su invento este blog creó. El niño al fin tuvo su cuaderno, la niña al fin pudo escuchar el cuento y la esponja amarilla se sintió feliz de que alguien usara su invento.
;)
;)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)