jueves, 24 de febrero de 2011

proyecto XV

La niña que quería soñar ha decidido seguir con su puzle. La esponja amarilla, como siempre, se pone a su lado para darle ánimos, a la esponja no le gusta hacer puzles, pero se entretiene viendo como los hace la niña. El niño que quiere escribir está en sus cosas, ajeno a la situación puzlera. La niña vuelve a la asociación de ideas, esa que le dio buen resultado en algún otro poyecto. Coge una pieza, la mira, la gira y piensa "Es como la noche y la luna". Pero la pieza no encaja. "Claro, hay noches que no tienen luna". Vuelve a girarla y piensa "Como las bicicletas y los senderos". La pieza vuelve a no encajar. "Un tenedor y un pimiento". Nada. "¿Las cebollas y los ciervos?" Una vez más la pieza no encaja. La cambia por otra. Mira a la esponja amarilla en busca de alguna idea mejor. "Pasear y respirar" Parece que encaja pero no, queda un poco ancha, habrá que probar otra. "El silencio y la guerra", "Sufrir y llorar", "El azul y el rosa", "Leer y sentir", "Un campo de arroz y un pájaro gris" son algunas de las asociaciones que va haciendo la niña, pero ninguna hace que sus piezas encajen en su puzle. El niño la mira de reojo, espera a que la niña le pida ayuda, pero en el fondo sabe que la niña no lo hará, así que se acerca a la mesa, coge una pieza al azar, la mira, la gira y la encaja, seis piezas ya. La niña lo mira. "¿Cómo lo haces?" le pregunta al niño. El niño la mira y sonríe. "¿No piensas contarme tu secreto? ¿No me vas a decir como haces que cada pieza encaje solo con mirarla?" El niño la mira, coge otra pieza al azar y vuelve a encajarla. "Así".

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