La niña que quería soñar hoy está haciendo un puzle. El niño que quiere escribir mira el puzle sin mucha confianza. La esponja amarilla le guiña un ojo y la anima a continuar. La niña imagina que cada pieza del puzle es una idea, si consigue unir una idea con otra, pronto se formará un gran todo y así acabará el puzle. Coge una pieza y piensa en poder unirla con otra. "Esto no tiene que ser difícil" piensa. "Es como unir el sol con un amanecer" y entonces como por arte de magia coge otra pieza y encajan. La niña sonríe. "Es como unir el mar con un pez" y otra pieza encaja, ya son tres. Al ver tal entusiasmo, el niño que se había marchado, regresa para mirar los cambios. "¿Me ayudas a ordenar ideas?" le pregunta la niña. El niño la mira pero no opina. Mira por encima las piezas esparcidas por toda la mesa y coge una al azar. "¿En que se parecen un pez y una estrella de mar?" dice la niña mientras coge la pieza que sostiene el niño en su mano y la encaja entre las suyas. El niño la mira y luego mira las cuatro piezas unidas. Vuelve a mirar a la niña y suspira. "Sé que crees que no voy a conseguir unir todas las piezas porque no soy capaz de unir todas las ideas." Al niño no parece sorprenderle lo que escucha. La niña prosigue "Quizá no lo sepa todo, quizá no quieras contarme lo que me falta por saber, quizá no quieras ayudarme a comprender, pero poco a poco las piezas irán encajando, como las ideas, y así, poco a poco, conseguiré hacer el puzle, ¿qué tal las estrellas con los sueños?" y una pieza más se une a su pequeño cuento.
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