Hoy la niña está triste, tan triste que ni cien nubes de chuchería podrían devolverle la sonrisa, tan triste que ni siquiera un abrazo, de esos, de los de verdad, podrían hacer que se sintiera mejor. Hoy la niña ya no sueña, está demasiado cansada para poder soñar, tan cansada que le cuesta mantener el ritmo de su respiración. La esponja amarilla lo intenta, pero ni nueve esponjas podrían absorber las lágrimas que resbalan por sus mejillas. Le duele el corazón. Le duele saber que no puede cambiar, que no puede ser de otra manera. Hoy la niña llora pero sabe que tiene que aprender a no hacerlo. Tiene que aprender a soñar aunque duela, aunque todo se ponga del revés, aunque las lágrimas rebosen sin control por sus ojos. Tiene que aprender a no estar triste, a no escuchar, a no ver, a no sentir. Demasiado difícil para un día demasiado gris. Hoy está muy cansada, quizá mañana cuando abra los ojos vea las cosas de otra manera y vuelva a soñar. Hasta entonces solo le queda intentar olvidar aún sabiendo que no va a ser fácil.
:(
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