miércoles, 14 de septiembre de 2011

proyecto XIV

Casi estamos en otoño y las cosas van volviendo poco a poco a la rutina diaria de siempre, la niña sigue empeñada en soñar, el niño sigue queriendo escribir y la esponja amarilla también sigue por aquí. ¿Qué será de nuestros amigos? ¿Qué nuevas aventuras les tocará vivir? No adelantemos los acontecimientos, poco a poco ellos mismos nos lo irán contando.

Como ya hemos dicho antes con la llegada del otoño vuelven las obligaciones, con ellas vuelven los sueños pero también el cansancio. La esponja amarilla intenta contarle algo a la niña pero esta parece no prestarle mucha atención. Está cansada, tan cansada que tiene que hacer verdaderos esfuerzos para mantenerse despierta. La razón a su cansancio es que lleva varios días sin poder dormir bien, la niña que quería soñar ya no sueña. ¿Dónde habrán ido los sueños de la niña? ¿Seguirán todavía de vacaciones? La niña está dispuesta a que sus sueños vuelvan a acompañarla en sus descansos por lo que empieza a maquinar una posible solución.

La esponja amarilla se calla durante un rato pero la cara de la niña no cambia. Cuando se percata del silencio del ambiente vuelve a la realidad y descubre a la esponja amarilla mirándola fijamente. La niña le sonríe con cara de niña buena.

- Tengo una gran idea para que mis sueños vuelvan.

La niña se levanta y va a buscar al niño que quería escribir que, como siempre, está ocupado en sus cosas.

- ¿Me cuentas un cuento?
- ¿Perdona? - Le pregunta el niño con cara de confundido
- Que si me cuentas un cuento - insiste la niña
- ¿Ahora?
- ¿Me cuentas un cuento o no?

El niño la mira con curiosidad, no sabe que mosca le ha picado pero mejor contarle un cuento antes de que se ponga pesada.

- ¿Qué clase de cuento quieres que te cuente?
- El que quieras.
- ¿Aunque sea de un enano que vivía en una caja?
- Aunque sea de un enano que vivía en una caja - confirma la niña con una sonrisa.

Se pone cómoda, se abraza a un cojín y se prepara para escuchar el cuento.

- Bueno, dejemos el cuento del enano que vivía en una caja para otra ocasión. Ahora me apetece contar la historia del Golem de Praga.
- ¿Golem? ¿Qué es un Golem? - pregunta ansiosa la niña.
- Espera a que te cuente la historia y lo sabrás - con estas palabras el niño daba por comenzado el cuento - 
No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá Loew, que era rabino en Praga.
¿Quíén era Judá Loew el rabino de Praga? Pues este hombre, cuenta la leyenda, que habitaba en Praga en el siglo XVI. Él creó un Golem de arcilla para proteger al pueblo judío así como el mantenimiento de la sinagoga.

- ¿Pero que era el Golem? ¿Qué forma tenía? ¿Cómo se llamaba? ¿Era bueno? - interrumpió la niña.
- El Golem fue creado en la orilla del río Moldava en Praga, Judá Loew el rabino, lo moldeó con sus propias manos con la arcilla de la orilla, al igual que cuentan otras leyendas, que así Dios le dio forma a Adán. Pero modelarlo con arcilla no era suficiente para que el Golen tomara vida y se convirtiera en un Golem como tal. Para ello hacía falta que realizara una serie de rituales y que pronunciara los conjuros mágicos en hebreo. Tras esto nació el Golem.
- ¿Entonces era un muñeco de barro? ¿Como si fuera un castillo de arena que hacen los niños en la playa? ¿Y si le daba el agua se deshacía?
- Para que el Golem tuviera movimiento además de apariencia humana, hacía falta que llevara el nombre de Dios escrito en una tablilla de barro debajo de la lengua o bien la palabra "Emet" que en hebreo significa "verdad".
- ¿Pero no era incómodo llevar una tablilla de barro debajo de la lengua? ¿Al pobre no le molestaba al comer?
- Menos mal que el Golem no podía  hablar porque si hubiera sido tan cansino como tú no habría durado ni cinco minutos con vida, y no, el Golem no tenía la necesidad de alimentarse y también carecía de alma. El Golem creado por el rabino Loew era muy obediente y ayudaba al puedo judío y a toda persona que se lo mandase. El pobre no era muy inteligente y con el paso del tiempo además se volvió malo.
- ¿Malo? ¿Y entonces qué pasó?
- Al volverse malo, el rabino no tuvo más remedio que matarlo, borrando la letra "E" de la tablilla de barro que llevaba debajo de la lengua, quedando escrito por tanto la palabra "Met" que significa "muerte" en hebreo. Así fue como el Golem murió. Cuenta la leyenda, que encerraron los restos del Golem en un ataúd en el ático de una sinagoga en Praga y que podría ser devuelto a la vida si es necesario.
- ¿Resucitarlo? ¿Al Golem? ¡Qué bien! ¿Por qué no vamos a Praga al sitio ese raro y lo resucitamos? Tendríamos un Golem para nosotros solos, ¿qué te parece esponja?

Y poco a poco miles de preguntas y de ocurrencias se fueron acumulando en la cabeza de la niña que quería soñar y así, poco a poco, como ocurren las cosas, los sueños que habían tardado en volver, volvieron a aparecer.





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viernes, 5 de agosto de 2011

proyecto XXIII

Calor, verano, vacaciones, viajes, aventuras, trabajo.


Los sueños no se acaban, se acumulan.
Feliz verano

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jueves, 30 de junio de 2011

proyecto XXII

"Sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido hasta el siguiente"


Música, canciones, espacios, oscuridad, dado, dolor, loro, ropa, paseo, osito, todo, dominó, noticia, cianuro, roncar, cara, rama, manantial, alcohol, olvido, dormir, mirada...

La niña que queria soñar apuntaba palabras sueltas en una hoja de papel. El niño que quería escribir, curioso, se asoma a ver que está escribiendo la niña. Tras un rato intentando relacionar las palabras le pregunta.

- ¿En que consisten tus sueños hoy?
- Estoy jugando
- ¿A qué juegas?
- Escribo una palabra y a continuación otra que empiece con la última sílaba de la anterior. ¿Juegas?
- Yo no juego así, yo juego a escribir una palabra y a continuación otra que empiece con la última letra de la anterior.

La niña se lo piensa, no parece tan dificil, pero a ella le gusta más jugar con las sílabas, así hay menos posibilidades de encontrar fácilmente una palabra.

- A mi me gusta más con la sílaba - dice la niña finalmente.
- Yo juego con la letra, ¿juegas?

Ella no quiere cambiar sus reglas, pero la verdad es que le apetece mucho jugar, así que acaba cediendo.

- Vale, pero yo pondré la primera palabra. Música.
- Amarillo
- Océano
- Oreja
- Jardín
- ¿Jardín? eso no empieza por A
- Perdona, pero todavía me estoy acostumbrando a las nuevas reglas.

A veces lo difícil no es jugar, sino entender como quieren los demás que sea el juego. Con tiempo y un poco de práctica ¿quién no lo consigue?

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jueves, 23 de junio de 2011

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Me cansé de esperar, ¿cuál será mi castigo por incumplir las normas? no tengo miedo, quizá aquí en el fondo, pero muy en el fondo y solo quizá.

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jueves, 9 de junio de 2011

Proyecto XXI

A la niña que quería soñar hoy le brillan los ojos. La esponja la mira en silencio. Cuando la niña está en ese estado nunca sabe lo que está pasando por su mente. ¿Qué soñará esta vez? La esponja amarilla juega a adivinar sus sueños. Sus ojos brillan de alegría, una gran noticia, un gran acontecimiento, el corazón latiendo desbocado, la sangre fluyendo por sus venas a gran velocidad, nervios, esa sensación de felicidad que solo puede expresarse en un abrazo, en un suspiro, en una sonrisa. Tal vez sus ojos brillen de ilusión, como los niños con las cosas nuevas, con las chucherías, con los helados, como los mayores cuando se reencuentran después de mucho tiempo y empiezan a recordar historias de la infancia, de la juventud, recuerdos llenos de risas y de juegos, de amistades, de buenos momentos. Puede ser también que sus ojos brillen de sorpresa frente a un regalo, de esos que hacen mucha ilusión porque son de una persona especial, de un amigo o de un desconocido, cosas envueltas en papel de regalo de colores, sorpresa ante lo desconocido, ante lo nuevo, ante lo que podrá ser y lo que se quiere que sea. ¿Será por tensión? como cuando ves una película en la escena clave donde el bueno está a punto de matar al malo y rescatar a la chica, o cuando están a punto de encontrar la clave que resolverá el misterio, o simplemente cuando aparecen los créditos y sabes que la película se ha acabado y te quedas con ganas de más, con ganas de hilar las cosas, con ganas de dar continuidad a los personajes y a las historias. Quizá brillen por nostalgia como cuando acabas un libro y te da pena deshacerte de los personajes y por eso siguen revoloteando en tu cabeza durante un tiempo, tiempo en el que creas finales alternativos donde los personajes viven cosas que solo ocurren en tu imaginación, o reviven cosas que ya vivieron en el libro pero quizá contadas desde otro punto de vista, con tu final, con un sabor de boca diferente, con una historia creada solo en tu imaginación. La esponja amarilla vuelve a mirar esos ojos brillantes, intenta atravesar la barrera que conduce hasta los pensamientos de la niña. Nuevamente empieza el juego. Nuevos supuestos, un concierto, la ilusión de escuchar a tu grupo favorito en directo, la gente, la música, esa canción que te pone los pelos de punta, las notas que te atraviesan y te hacen volar hacia sitios insospechados, el ambiente, las luces, la tensión, destrozarte la garganta cantando junto a ellos sin importar el mañana, solo cada segundo del presente. ¿Serán los nervios? como esos nervios que se presentan antes de los exámenes, que no te dejan dormir, comer o pensar, esos nervios que llegan de repente y te invaden, que no dejan espacio en tu estómago, que aparecen de la nada e igualmente se van cuando menos te lo esperas, esos que te crean un nudo en la garganta para que no seas capaz de articular palabra.

En mitad del juego la niña se levanta. La esponja amarilla la sigue con la mirada. La niña se mueve hacia su habitación y se abraza a su almohada. Una tímida lágrima se escapa de sus ojos brillantes. Con un leve gesto con la mano, la lágrima desaparece y los ojos de la niña se cierran. La esponja amarilla no puede dejar de pensar e imaginar que es lo que está pasando por los sueños de la niña. Las ideas fluyen en todos los sentidos buscando algo que encaje con lo que cree haber visto. Solo se le ocurre una posible explicación pero es demasiado tentador caer en tópicos, las lágrimas no tienen porqué ser de tristeza. ¿Qué podría poner triste a la niña? La esponja empieza a hacer una lista de cosas tristes. Una herida, una decepción, algo que perder, esa canción que hace que se te erice la piel, miles de tópicos en los que poder caer, pero la vida no siempre es perder, al igual que el amor no tiene porqué doler. La esponja amarilla decide terminar su juego, sin quererlo, a ella los ojos también le brillan.

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miércoles, 25 de mayo de 2011

proyecto XX

- ¿Problemas con el puzle? - pregunta el niño que quería escribir a la niña que quería soñar
- No sé.
- ¿Y eso?
- No sé.
- ¿Necesitas ayuda?
- No. A mi me van los retos.

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viernes, 13 de mayo de 2011

proyecto XIX

Hoy el tiempo está un poco indeciso, lluvia, calor, viento, sol, una típica tarde de primavera. La esponja amarilla lee en un rincón, el niño que quería escribir prepara sus prácticas y la niña que quería soñar aprovecha para seguir con su puzle. Cuando empezó a juntar las piezas probó la asociación de ideas, al principio funcionó pero como siempre las cosas dejan de funcionar cuando menos lo esperas, así que esta vez quiere intentar algo nuevo. Se centra en las ocho piezas que tiene delante, perfectamente encajadas, que intentan formar un todo. Mira por la ventana. Sol. Coge una pieza. La observa. La gira. Suspira. Deja la pieza apartada en la mesa y se levanta. Vuelve a sentarse. Coge la pieza apartada. Vuelve a mirarla. La niña sigue allí pero su mente vuela de sueño en sueño, de flor en flor, de nube en nube, de piruleta en piruleta, de montaña en montaña, de árbol en árbol, de vida en vida. "Como siga así no voy a colocar ni una sola pieza" piensa de repente. "¿Para qué quiero las piezas si no puedo hacer un puzle?" se pregunta. De repente se le iluminan los ojos y sonríe. Mira la pieza que tiene en su mano y dice: "Cuatro piezas unidas colgando de un hilo, cuatro lados opuestos, dos palos y al techo anclado" pieza encajada. Coge otra y dice: "Una pieza, lo de arriba la cabeza, pared y un lápiz, con el lápiz dos brazos y dos piernas" Diez piezas ya. "Ocho piezas apiladas, una a una la torre formaban" y otra pieza más encaja. La niña sonríe. A veces, tener imaginación es lo único que nos hace sonreír.

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martes, 26 de abril de 2011

proyecto XVIII

Las 17.35, silencio, demasiado silencio, piensa la esponja amarilla, ¿dónde está todo el mundo? se acerca con cautela a la niña. Se la encuentra tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto. ¿Qué estará soñando esta vez? La esponja la mira y la niña no duerme, tiene los ojos abiertos y le regala una sonrisa. La esponja entonces examina la situación. Si la niña no duerme, no sueña, pero está en silencio. Algo no encaja. La esponja entonces recuerda el detalle del pie izquierdo. Se asoma por el otro lado del sofá. Efectivamente ahí sigue el pie levantado. La niña que quería soñar mira a la esponja a la vez que mueve los dedillos del pie. La esponja sonríe y presta atención al pie, ahí está, la razón por la que la niña tiene el pie en alto, la razón por la que la niña está en silencio y tumbada en el sofá sin dormir. Ahí justo delante de sus ojos y debajo de los dedos, antes de llegar al arco del pie, una perfecta, redonda, semitransparente y dolorosa ampolla. La esponja da un paso atrás y frunce la nariz en señal de dolor. La niña suspira, si, le duele, pero sigue callada. ¿Qué otra cosa puede hacer? Después de 45 minutos de paseo a marcha rápida lo raro es que no le hayan salido más. La esponja duda antes de preguntar dónde está el niño, pero rápidamente la niña se lleva un dedo a la boca en señal de silencio. Si el niño se entera puede estar horas riéndose de la niña. La esponja reprime una carcajada. Bueno, más bien lo intenta pero no lo consigue mucho, más bien nada. La risa de la esponja contagia a la niña que también empieza a reírse. Tanto escándalo en una tarde tan tranquila evidentemente llama la atención del niño que quería escribir. Cuando llega se encuentra con la niña tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto, la esponja amarilla al lado del sofá prácticamente tumbada en el suelo y ambas con un ataque de risa incontrolable. Vaya par de dos. Alza una ceja y entre abre la boca con la intención de preguntar qué es lo que pasa pero en su mente se cuela un ¿para qué, si ni siquiera van a escuchar la pregunta? La niña lo ve y le guiña un ojo invitándole a unirse a la sesión de risoterapia. El niño la mira con cara de no entender nada, asume la locura transitoria de la niña y la esponja amarilla y empieza a girarse para marcharse.

- ¿Sabes lo que me apetece ahora mismo mucho, mucho, mucho? - escucha decir a la niña entre risa y risa.

-  No me lo digas, ¿chocolate? ¿Y cómo te apetece hoy?

- Mmmm - La niña se lo piensa un poco, no mucho, solo el tiempo suficiente para que le brillen los ojos - Hoy me apetece en tarta

Ambos se miran durante un instante hasta que la niña no puede controlar más la risa. Risas con chocolate, risas con amigos, chocolate con amigos, cualquier combinación es buena si consigue hacerte sonreír.

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viernes, 1 de abril de 2011

proyecto XVII

Luna, estrellas, peces, mares, bicis, senderos, montañas, nieve, suerte, tiempo, dinero, amor, vida, sueños, amanecer, risa, rojo, viento, marea, zumo, mañana, coche, silencio, luces, besos, rizos, olvido, noche, mentiras, verde, frío, leopardo, almohada, dolor, lazo, ficha, llanto, arena, música, queso, lengua, bufón,...

Así empezaba el folio que la niña tenía delante. Escribía una palabra y perdía su mirada en el infinito hasta que escribía otra palabra diferente. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué estaría soñando? A veces se detenía más tiempo de lo normal, volvía a leer la lista desde el principio, volvía a perderse en sus sueños y al rato escribía una nueva palabra. Algunas las escribía muy rápido, otras muy lento, unas con una sonrisa, otras sin ningún gesto, unas en plural, otras casi sin mirar. Pareció que perdía la capacidad de respirar al escribir ciertas palabras, pero después de una pausa suspiraba y seguía. No había expresión en sus ojos cuando lo leyó todo por última vez. Había rellenado una cara de un folio. Palabras sin sentido, palabras unidas y separadas por una coma. Al fin y al cabo solo eso, palabras.

La vida se forma de palabras, palabras para rellenar momentos, palabras para formar cuentos, palabras para hablar, para escribir, para sentir, para olvidar, para reír, palabras para describir, palabras para tapar silencios, para rellenar vacíos, para remendar daños, palabras para susurrar, para gritar, para cantar, palabras para romper, para empezar, para continuar, palabras para saludar, palabras para pensar, palabras para desayunar, palabras para comer, para merendar y para cenar, palabras para dormir, palabras para soñar. La vida es simplemente eso, palabras.

Se giró hacia la ventana. Quizás sus palabras algún día aprendan a volar, a las demás, se las llevará el viento. Ese viento que se lleva los sueños, que se lleva los miedos, que le revuelve el pelo, que mueve las hojas en invierno. Palabras, en el fondo todo esto son solo palabras.

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jueves, 17 de marzo de 2011

Proyecto XVI

La niña que quería soñar hoy está empachada. Le duele la barriga y es por su culpa. Ella lo sabe perfectamente y por eso no se queja. ¿A que se debe el empacho? Demasiado chocolate. Pero ella no se queja porque el chocolate es su pasión y cada vez que puede recurre a él, ya sea para pasar un buen rato, para saciar su hambre o para olvidar. Esta vez ha sido por una apuesta, pero en el fondo da igual, le va a seguir doliendo la tripa durante un buen rato, asi que cierra los ojos y se deja llevar. El ruido de su estómago le recuerda al mar, a las olas. Le encanta soñar con el mar, la relaja, la lleva de viaje a través de las olas, de los cuentos. Piensa en las gaviotas, en los peces, en las estrellas, en el amor. El mar es como el amor. Cuando uno está enamorado es como si flotara en el mar, siendo arrastrado por la vida, por la brisa, disfrutando de todo en cualquier lugar sin importar donde se está exactamente. Los problemas vienen cuando uno se acerca a la playa, el rompeolas. Las discusiones que te ahogan, el miedo a caer, el miedo a las olas, la tensión, las dudas, las preguntas, los porqués. Una vez llegado a ese punto pueden pasar dos cosas, o que las aguas se calmen volviendo a ser arrastrado mar adentro, o que la resaca de la marea te deje varado en la playa. Solo. Con la cabeza en otra parte. Sin tener muy claro lo que ha pasado, sin saber quien ganó la batalla y quien la perdió. Después de un cierto tiempo en la orilla, dejas de pensar en el mar y descubres que hay arena bajo tus pies. Entonces entretienes tu mente con las cosas que vas encontrando por la playa. ¿Olvidarás el mar? ¿Cómo olvidar algo que tienes delante? El mar y sus olas. No podrás olvidar como te mecían las olas, los peces de alta mar, las gaviotas, pero empezarás a conformarte con las conchas enterradas, con las piedras de colores, hasta que un día no recuerdes que era lo que te gustaba del mar. Y entonces, un día, sin saber muy bien porqué ya no te gustará nadar en el mar, así que cogerás un barco para navegarlo. ¿Miedo? Quizá. Dejarás que tus manos recorran la superficie del agua y sentirás la misma sensación que la primera vez. Pero no querrás recordar y volverás a la orilla, buscarás una botella que llenar con arena y la tirarás al mar. Se hundirá, igual que se hunden las esperanzas, los miedos y los sueños. La niña se siente como esa botella de arena bajando por la inmensidad del océano. Le sigue doliendo la tripa, sigue empachada. Aún así sabe que no va a renunciar al chocolate, mmmmm, chocolate. Imagina peces de chocolate en su mar particular de sueños. Nada como un buen pez de chocolate para volver a soñar, esta vez con los duendes, con las hadas, con manzanas. Fresas con chocolate, nueces con chocolate, le sigue doliendo la tripa pero le da igual, la vida con chocolate tiene otro sabor.

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jueves, 24 de febrero de 2011

proyecto XV

La niña que quería soñar ha decidido seguir con su puzle. La esponja amarilla, como siempre, se pone a su lado para darle ánimos, a la esponja no le gusta hacer puzles, pero se entretiene viendo como los hace la niña. El niño que quiere escribir está en sus cosas, ajeno a la situación puzlera. La niña vuelve a la asociación de ideas, esa que le dio buen resultado en algún otro poyecto. Coge una pieza, la mira, la gira y piensa "Es como la noche y la luna". Pero la pieza no encaja. "Claro, hay noches que no tienen luna". Vuelve a girarla y piensa "Como las bicicletas y los senderos". La pieza vuelve a no encajar. "Un tenedor y un pimiento". Nada. "¿Las cebollas y los ciervos?" Una vez más la pieza no encaja. La cambia por otra. Mira a la esponja amarilla en busca de alguna idea mejor. "Pasear y respirar" Parece que encaja pero no, queda un poco ancha, habrá que probar otra. "El silencio y la guerra", "Sufrir y llorar", "El azul y el rosa", "Leer y sentir", "Un campo de arroz y un pájaro gris" son algunas de las asociaciones que va haciendo la niña, pero ninguna hace que sus piezas encajen en su puzle. El niño la mira de reojo, espera a que la niña le pida ayuda, pero en el fondo sabe que la niña no lo hará, así que se acerca a la mesa, coge una pieza al azar, la mira, la gira y la encaja, seis piezas ya. La niña lo mira. "¿Cómo lo haces?" le pregunta al niño. El niño la mira y sonríe. "¿No piensas contarme tu secreto? ¿No me vas a decir como haces que cada pieza encaje solo con mirarla?" El niño la mira, coge otra pieza al azar y vuelve a encajarla. "Así".

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lunes, 14 de febrero de 2011

proyecto XIV

El niño que quería escribir lleva una semana cojo. ¿El porqué de su cojera? todo un misterio. La niña que quería soñar y la esponja amarilla están decididas a resolver el misterio. Se sientan la una enfrente de la otra y empiezan a lanzar ideas al aire. La niña se imagina que el niño cojea porque se cayó jugando a los superhéroes. Quizá quería ser como spiderman y tropezó con un ladrillo mal puesto en la pared. La esponja en cambio piensa que cojea porque se ha dado un golpe en el pie contra un mueble, de esos que te hacen ver las estrellas. A la niña le duele solo el imaginárselo, pero no cree que el niño fuera capaz de reprimir un grito de dolor al golpearse así que también se desecha esa idea. Nadie sabe porque pero el niño cojea. La niña busca en su mente alguna situación que le permita explicar una cojera, se le ocurren muchas, pero ninguna convincente. Una pata de palo, una piedra en el zapato y el mordisco de un perro también son ideas rechazadas, aunque la niña divaga en historias de piratas, loros y peces y por supuesto no le importaría en absoluto que el niño fuese un pirata de esos modernos, sin parche en el ojo y sin garfio en la mano. Quizá en algún rincón tenga escondido un barco, de esos con dos mástiles, con grandes velas para surcar los mares en busca de peligros y tesoros. Los ojos de la niña brillan de emoción pero la esponja amarilla le recuerda que los piratas solo existen en los cuentos, que el niño no tiene una pata de palo, ni es un pirata, simplemente cojea. La niña la mira un poco enfadada pero en el fondo sabe que la esponja tiene razón. ¿Alguna otra idea? Ambas se miran. Ninguna. La niña suspira, quizá solo haya sido un tropiezo y es probable que pronto deje de cojear, pero hasta entonces la niña seguirá pensando que es un pirata y seguirá buscando en cada rincón un barco de madera que le permita alejarse mar adentro, con una jarra de grog en la mano y un loro apoyado en su hombro izquierdo. Mientras quede ilusión siempre se podrá soñar.

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martes, 1 de febrero de 2011

proyecto XIII

La niña que quería soñar hoy está haciendo un puzle. El niño que quiere escribir mira el puzle sin mucha confianza. La esponja amarilla le guiña un ojo y la anima a continuar. La niña imagina que cada pieza del puzle es una idea, si consigue unir una idea con otra, pronto se formará un gran todo y así acabará el puzle. Coge una pieza y piensa en poder unirla con otra. "Esto no tiene que ser difícil" piensa. "Es como unir el sol con un amanecer" y entonces como por arte de magia coge otra pieza y encajan. La niña sonríe. "Es como unir el mar con un pez" y otra pieza encaja, ya son tres. Al ver tal entusiasmo, el niño que se había marchado, regresa para mirar los cambios. "¿Me ayudas a ordenar ideas?" le pregunta la niña. El niño la mira pero no opina. Mira por encima las piezas esparcidas por toda la mesa y coge una al azar. "¿En que se parecen un pez y una estrella de mar?" dice la niña mientras coge la pieza que sostiene el niño en su mano y la encaja entre las suyas. El niño la mira y luego mira las cuatro piezas unidas. Vuelve a mirar a la niña y suspira. "Sé que crees que no voy a conseguir unir todas las piezas porque no soy capaz de unir todas las ideas." Al niño no parece sorprenderle lo que escucha. La niña prosigue "Quizá no lo sepa todo, quizá no quieras contarme lo que me falta por saber, quizá no quieras ayudarme a comprender, pero poco a poco las piezas irán encajando, como las ideas, y así, poco a poco, conseguiré hacer el puzle, ¿qué tal las estrellas con los sueños?" y una pieza más se une a su pequeño cuento.

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miércoles, 26 de enero de 2011

proyecto XII

- ¿Un día de la semana?
- El jueves
- Un número
- El 9
- Un color
- El rojo
- Un recuerdo
- El mar
- Un olor
- El olor del pelo
- Un músculo
- El biceps braquial
- ¿El biceps branquial?
- Braquial, he dicho el biceps braquial
- Aún así... en fin, ¿un gesto?
- Una media sonrisa
- Un animal
- La ballena azul
- ¿Un helado?
- Pistacho
- Un juego
- El ajedrez
- Una hora
- Las 5 de la mañana
- Un cuento
- Barba Azul
- Un refrán 
- El tiempo pone a cada uno en su lugar
- ¿Un coche?
- Un descapotable
- ¿Un descapotable? ¿Dónde vas con un descapotable?
- ¿Y dónde vas tú con tantas preguntas?
- A ningún sitio


Esa misma tarde, bastante después de la ronda de preguntas, el niño encuentra una hoja pegada en una ventana. Se acerca para tirarla pero una vez entre sus manos empieza a leer:

"Nueve años después aún recuerdo aquel jueves, cuando el mar se volvió rojo en aquel atardecer. Al cerrar los ojos aún percibo el olor de tu pelo, camomila. Te gustaba estudiar en la playa. Yo te acompañaba cada vez que podía, biceps braquial era lo que tocaba aquella tarde. Me miraste con tus ojos color pistacho mientras me dedicabas una media sonrisa, tu media sonrisa. Recuerdo que hice alguna broma con una ballena azul que te recordó a aquellas historias de piratas que solías leer. Me imaginabas como Barba Azul blandiendo mi espada de madera contra todo aquel que se atreviese a desafiar mis órdenes. Con una jarra de grog en la mano y un loro parlanchín en el hombro izquierdo. No dijiste nada de un parche en el ojo pero supongo que fue porque por aquel entonces todavía utilizaba gafas. Dejabas volar tu imaginación con cualquier cosa, por lo que tenía que recordarte que volvieras a estudiar, mientras yo me centraba en el momento, en perderme, en encontrarme, en encontrarte. A veces jugaba solo al ajedrez, siempre decías que aquello era muy complicado, como el mundo, como tú, como yo. Entonces era cuando oscurecía y te llevaba a casa. Aquel día te subiste en mi viejo R5 y me hiciste bajar todas las ventanillas. Cuando el aire revolvió tu pelo me dijiste que si alguna vez te subías a un descapotable pasarías de peinarte. Aquella noche se nos hizo tarde. Te fuiste cuando en mi reloj daban las 5 de la mañana. ¿Qué pasó después? La vida se complicó, se nos complicó. Nueve años después aquí estoy. No te busco, solo que hoy tu recuerdo vino a verme. El tiempo pone a cada uno en su lugar y mi lugar está aquí y el tuyo a saber dónde. Los recuerdos ya no me duelen, solo me hacen compañía en días como hoy y ¿sabes qué? Me encantó conocerte."

domingo, 23 de enero de 2011

A veces solo hace falta un poco de magia, solo eso

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lunes, 10 de enero de 2011

proyecto XI

La niña que queria soñar hoy está muy pensativa. Mil preguntas rondan por su cabeza, llena de dudas, llena de historias y de sueños. El niño que por allí anda se acerca y la mira.

- ¿Alguna novedad? - pregunta
- Pues no se - responde la niña levantando los hombros
- Creí que estabas pensando en algo, se te veía concentrada
- Si, pensaba.

El niño la interroga con la mirada pero la niña parece que ha vuelto a sus pensamientos. Mira a la esponja amarilla pero esta prefiere no meterse en líos por ahora así que se encoge de hombros y sigue con sus cosas.

- El cromosoma X es como el pollo agridulce - dice de repente la niña

El niño que ya había vuelto a sus cosas abre los ojos de par en par y mira a la esponja amarilla con cara de susto y de no entender nada. La esponja le devuelve la mirada, ella tampoco entiende nada. El niño se acerca con curiosidad a la niña pero no sabe si es mejor preguntarle algo o quedarse cayado. Elige la segunda opción, hoy se siente prudente. Al cabo de un tiempo la niña descubre que el niño la mira.

- ¿Qué? - le pregunta
- Pues he creído escuchar algo del cromosoma X pero no me ha quedado muy claro que era
- Que el cromosoma X es como el pollo agridulce
- ¿Y eso? - pregunta con cara de no entender nada.
- Muy fácil. Es como cuando te dan una noticia muy buena y a la vez una muy mala.

La niña se gira y ve al niño y a la esponja amarilla mirándola fijamente, así que decide seguir hablando.

- Cuando te dan una noticia muy buena y una muy mala, por un lado te sientes extremadamente bien y por el otro como una mierda. El resultado de estos dos sentimientos no derivan en un sentimiento neutro, sino que hay zonas de uno mismo que se sienten llenas de alegría y hay zonas a las que les embarga la tristeza. Es como los gatos hembra. En las hembras de los gatos se ve claramente por el color de su pelo, que cromosoma X se ha desactivado, el de la madre o el del padre. Lo mismo ocurre con la felicidad en los momentos de emociones contrarias. En unas células se inactiva el gen de la felicidad y en otras no, por eso el sentimiento de ambas cosas a la vez no provoca un sentimiento neutral sino provoca una felicidad extrema y una tristeza extrema por zonas, según la zona en la que se inactive.

Las caras del niño y de la esponja a estas alturas de la conversación son un poema. Pero la niña está tan convencida de lo que está diciendo que se olvida de su audiencia y sigue hablando.

- Por eso, he llegado a la conclusión de que el cromosoma X es como el pollo agridulce, porque no provoca la felicidad ni la tristeza extrema, pero te deja una sensación tal que no sabes exactamente lo que sientes y a la vez lo sabes perfectamente.

La niña ha dejado de hablar hace un rato pero ni el niño ni la esponja han dicho ni una palabra, de hecho ni se han movido. Todavía están asimilando todo lo que ha dicho la niña. Esta vez sí que se ha pasado soñando, pero ninguno va a despertarla de su sueño. ¿Miedo a su reacción? No. Miedo a que sea verdad. Tal vez la vida no sea tan complicada, solo hay que saber combinarla con la salsa adecuada.

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jueves, 23 de diciembre de 2010

proyecto X

Lluvia, frío, viento, no cabe duda de que llegó el invierno. Con él llegan las luces, las guirnaldas, las fiestas, los abrazos y los hasta luego. Nuestros personajes también se separan para estas fechas. Cada uno, con más o menos ganas, viaja a su sitio de origen para pasar unos días alejados del murmullo de la ciudad. La niña aprovechará para recuperar sueños perdidos, cultivar la paciencia y cargar pilas, el niño intentará desconectar de todo aunque sabe que probablemente no lo consiga y la esponja amarilla esperará ansiosa el regreso de sus amigos para volver a vivir mil aventuras, mil anecdotas, mil broncas, mil sorpresas y millones de momentos inolvidables. Como inolvidable ha sido este año que ya se nos acaba. ¿Qué les deparará el 2011? Solo el tiempo tiene la respuesta.

Hasta pronto :)


viernes, 10 de diciembre de 2010

proyecto IX

Érase una vez que se era una mañana fría y azul, rosa y morada, también tenía algo de naranja y un poco de verde en el color de las sábanas. Al fondo un jardín, amarillo y granate, de piedras con lunares. En las piedras una inscripción. Cuatro letras: ATGC. Dentro de la A un olivar, dentro de la T una estrella fugaz. En la G un sombrero y en la C un guerrero. El guerrero secuestró el sobrero y lo escondió en el olivar, pidiendo que nadie lo encontrara a la estrella fugaz. La estrella le guiñó un ojo, enamorando al guerrero que la siguió hasta el mismo infierno. Un infierno color pistacho, morado y plateado. Algo de azul, algo de dorado. La estrella al guerrero había despistado, olor a caramelo, a regaliz, a mora. El guerrero vagaba perdido en mitad del infierno pero no le importaba, la misión llevaba escrita en su espada. La estrella en el cielo brillaba, alegre, pensativa y a veces cansada. De colores claros, verdes, amarillos y anaranjados, a veces riendo y a veces llorando, en el guerrero seguía pensando.

Un dragón gris y un lagarto rosa discutían por una mariposa. Los dos querían darle nombre, los dos querían que fuera su esposa. Ente tanto llegó el guerrero intentando poner orden. Pero pronto lo distrajo el sonido de un renacuajo. Tantas cosas había en aquel lugar que amaba y odiaba, que apenas pudo ver como la luz se apagaba. Primero desapareció el naranja, llevándose consigo el rojo. El amarillo se volvió dorado y desapareció el morado. El infierno se volvió blanco, después opaco, después simplemente vacío.

El guerrero miraba absorto como cambiaban de color las hojas, del verde más intenso al marrón más apagado y después simplemente desaparecían dejando un hueco vacío. Así, poco a poco y sin sentido, fueron desapareciendo todas las cosas. Primero aquellas sin importancia, aquellas que nadie echaría en falta. Después las cosas pequeñas, las que se pierden en cualquier bolsillo. Le siguieron las medianas, las cuadradas, las alfombras planas, después las cazuelas y las palanganas. A continuación las grandes, los relojes, los árboles, después los animales, los sabores, los olores, las risas, las canciones. Poco a poco como en una lluvia de otoño fue desapareciendo el mundo y apareciendo el vacío.

El vacío era frío, perezoso y también algo pegajoso. Cuando se tocaba se expandía, cuando se miraba te atraía. El guerrero utilizó su espada contra el vacío y se volvió vacía. La soltó pensando que el vacío le alcanzaría de no hacerlo. Pensó en la estrella, en si ella podía haber escapado a aquello y la escuchó reír. Cerró los ojos y el negro se apoderó de todo al volver a abrirlos. El vacío era frío y oscuro. El silencio ocupaba lo que antes llenaban los colores. El guerrero intentó gritar pero su voz sonó vacía. Un último pensamiento a la estrella y se sintió vacío. Nada por lo que luchar, nada por lo que seguir, nada que le hiciera moverse, vivir o sonreír. Simplemente vacío.

Mientras tanto, en un lugar lejano, una esponja y un niño hablan despacio.

- ¿Qué le pasa a la niña? ¿Has visto lo cansada que está, lo que le cuesta pensar y como la mirada tiene perdida?
- Si, lo sé, la niña ha dejado de soñar, ha cambiado los sueños por pesadillas.

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

proyectoVIII

Hoy la esponja amarilla no se quiere levantar. ¿Qué le pasa? ¿Acaso se ha resfriado? ¿Acaso los ojos se le han pegado? La niña se acerca y la mira. Aún respira. Por lo menos es un buen comienzo. El niño, preocupado, la mira por todos lados. ¿Acaso algún trozo se le ha descolgado? La revisión termina y parece que todo está en su sitio. Menos mal, el  niño se había asustado. ¿Entonces que le pasa a la esponja que todavía no se ha levantado? La esponja duerme. Duerme tan profundamente, que ni el niño ni la niña van a conseguir despertarla hoy. Sueña con el mar, sueña con sus amigos, sueña con piñas y con medusas, sueña con maullidos de caracoles, sueña con tiburones. Duerme tan profundamente que no se da cuenta de que el niño y la niña han ido a buscarla. No se da cuenta de que su historia ya no está en el agua. Puede que quizá se sienta sola. Puede que esto solo sea una historia. ¿Será de esas en las que el final sabe a regaliz? ¿Será de esas historias que te hacen pensar? ¿Acaso será una historia de las que te hacen sufrir? ¿O será de esas en las que no puedes parar de reir?

- Está cansada. Anda, vamos, déjala dormir.

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viernes, 12 de noviembre de 2010

proyecto VII

El niño y la niña hoy están inventando una historia juntos. Pero como siempre, cada uno tiene un punto de vista distinto. La esponja amarilla se presta a ayudarles.


- Tiene que ser verde - argumenta la niña
- Es azul - dice el niño
- ¿Por qué no puede ser verde?
- Porque los generales van de azul
- ¿Por qué tiene que ser un general? yo quiero que sea un soldado
- No va a ser un soldado


- ¿Por qué no puede ser un soldado? - pregunta la niña indignada
- Porque los soldados no molan
- ¿Cómo que no? Los soldados luchan en el campo de batalla, tienen espadas, miran a los ojos a los enemigos, sangran, pelean, matan, se arrastran por el suelo, ¡viven la batalla! sin duda debería ser un soldado

El niño la mira y suspira.

- Los generales son mejores para empezar porque no luchan, sino que diseñan la estrategia ganadora, los generales mandan sobre todos los soldados, nunca mueren, se cuelgan las medallas y conquistan las tierras, molan mucho más que los simples soldados.
- Yo quiero que sea un soldado - insiste la niña

El niño no la escucha y lo pinta de azul. La niña se enfada.

- ¿Pero qué haces?


- Pintarlo de azul, porque es un general
- ¡Yo quiero que sea un soldado!
- Demasiado tarde, es un general - sonríe el niño triunfante
- ¿Y por qué no podía ser un rey?
- Pues ahora que lo dices si que hubiera molado que fuera un rey - dice el niño pensativo - se te podía haber ocurrido antes
- ¡Ves! Por tu culpa ahora no puede ser un rey
- "Por tu culpa ahora no puede ser un rey" - dice imitandola - pues es un general que está luchando para el rey
- ¿Pero no has dicho antes que los generales no luchan?
- Los generales también luchan, pero desde la retaguardia
- Pues vaya asco de generales, para eso hubiera sido mejor que fuese un soldado
- Pues no, ya no puede ser un soldado - sentencia el niño


La esponja los mira en silencio. Pone cara de pocos amigos y se va. De fondo se sigue escuchando el murmullo de la discusión.

- ¿Entonces para qué me dices que te ayude a escribir la historia?
- ¿Qué yo te he pedido qué? - se sorprende el niño

La niña pone cara de pocos amigos, cierra los ojos, respira, abre los ojos, respira, mira al niño y se gira. La esponja amarilla la sigue con la mirada. Sabe que el niño miente, que la niña se impacienta, que el niño lo hace a posta, que a la niña se le pasará, que el niño mañana la volverá a llamar, que la niña sonreirá, que al niño le gusta escribir historias y que a la niña le gusta soñar.

:P