Las 17.35, silencio, demasiado silencio, piensa la esponja amarilla, ¿dónde está todo el mundo? se acerca con cautela a la niña. Se la encuentra tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto. ¿Qué estará soñando esta vez? La esponja la mira y la niña no duerme, tiene los ojos abiertos y le regala una sonrisa. La esponja entonces examina la situación. Si la niña no duerme, no sueña, pero está en silencio. Algo no encaja. La esponja entonces recuerda el detalle del pie izquierdo. Se asoma por el otro lado del sofá. Efectivamente ahí sigue el pie levantado. La niña que quería soñar mira a la esponja a la vez que mueve los dedillos del pie. La esponja sonríe y presta atención al pie, ahí está, la razón por la que la niña tiene el pie en alto, la razón por la que la niña está en silencio y tumbada en el sofá sin dormir. Ahí justo delante de sus ojos y debajo de los dedos, antes de llegar al arco del pie, una perfecta, redonda, semitransparente y dolorosa ampolla. La esponja da un paso atrás y frunce la nariz en señal de dolor. La niña suspira, si, le duele, pero sigue callada. ¿Qué otra cosa puede hacer? Después de 45 minutos de paseo a marcha rápida lo raro es que no le hayan salido más. La esponja duda antes de preguntar dónde está el niño, pero rápidamente la niña se lleva un dedo a la boca en señal de silencio. Si el niño se entera puede estar horas riéndose de la niña. La esponja reprime una carcajada. Bueno, más bien lo intenta pero no lo consigue mucho, más bien nada. La risa de la esponja contagia a la niña que también empieza a reírse. Tanto escándalo en una tarde tan tranquila evidentemente llama la atención del niño que quería escribir. Cuando llega se encuentra con la niña tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto, la esponja amarilla al lado del sofá prácticamente tumbada en el suelo y ambas con un ataque de risa incontrolable. Vaya par de dos. Alza una ceja y entre abre la boca con la intención de preguntar qué es lo que pasa pero en su mente se cuela un ¿para qué, si ni siquiera van a escuchar la pregunta? La niña lo ve y le guiña un ojo invitándole a unirse a la sesión de risoterapia. El niño la mira con cara de no entender nada, asume la locura transitoria de la niña y la esponja amarilla y empieza a girarse para marcharse.
- ¿Sabes lo que me apetece ahora mismo mucho, mucho, mucho? - escucha decir a la niña entre risa y risa.
- No me lo digas, ¿chocolate? ¿Y cómo te apetece hoy?
- Mmmm - La niña se lo piensa un poco, no mucho, solo el tiempo suficiente para que le brillen los ojos - Hoy me apetece en tarta
Ambos se miran durante un instante hasta que la niña no puede controlar más la risa. Risas con chocolate, risas con amigos, chocolate con amigos, cualquier combinación es buena si consigue hacerte sonreír.
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