jueves, 22 de diciembre de 2011

proyecto XVII

Y la navidad vuelve a llegar irremediablemente otro año más, cuántas cosas han pasado, cuántos momentos se han vivido, disfrutado, reido, cuántas risas en el bolsillo, cuántos sueños cumplidos, cuántos esfuerzos, cuánto trabajo. Un año más que nos deja y otro año nuevo que se acerca, nuevos retos, nuevas risas, nuevos sueños. ¿Es la hora del balance o la hora de olvidar y seguir hacia delante? En general los cambios siempre son para mejor ¿verdad? Sí, sin duda 2011 ha sido un año de cambios, de superación y de buenos momentos. ¿No ha tenido nada malo? Por supuesto, pero en eso consisten estas cosas, todo lo negativo te ayuda a mejorar, a crecer y te enseña que no importa las veces que las cosas puedan salir mal, lo importante es que si lo sigues intentando al final todo acabará saliendo bien y que si no sale bien es porque ese no es el final. Este año si que llega al final, ¿qué nos depará 2012? Millones de grandes momentos, millones de risas, millones de sueños, que con esfuerzo siempre se acabarán cumpliendo, lo demás solo se descubre con el tiempo.

¡Hasta pronto! :)



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viernes, 25 de noviembre de 2011

proyecto XVI

Hoy la niña que quería soñar ha salido a la calle en busca de sueños. Va sola, metida en su abrigo y liada en su bufanda. Hoy hace frío. Va tan ofuscada en sus cosas que no se da cuenta de nada más, de la gente que la rodea, de los coches, de la ciudad. Anda por inercia, deprisa, tan deprisa como sus pensamientos, tan deprisa como la vida en la ciudad, como las hormigas en un día de trabajo, como los barcos cuando sopla el levante. De repente alza la mirada y se para. Tan inmersa estaba en sus pensamientos que al fijar la vista en la realidad se siente algo perdida. Está en una avenida grande y amplia muy transitada. Se fija en los árboles que la bordean, grandes, majestuosos, sus ojos de repente se llenan de color, toda la paleta de colores desde el amarillo hasta el marrón pasando por los dorados, anaranjados y rojizos. Siguió caminando para descubrir a sus pies un manto de hojas de colores que crujían al pisarlas. El sonido de las hojas secas, cuanto tiempo llevaba sin escucharlo, tanto que sin quererlo se le dibujó una sonrisa en la cara. Se imaginó corriendo y saltando entre montañas de hojas secas a cada paso que daba. La brisa movía las hojas de los árboles de la misma forma que movía su pelo, el aire frío acariciaba sus mejillas bañadas por el sol que le llegaba de frente. La sonrisa seguía ahí, amplia y sincera, ya no había prisas, ya solo había tranquilidad. Olvidó por completo porque había ido hasta allí, quizá sus pies la llevaron solos, quizá fue la inercia, la necesidad de un cambio, quizá necesitaba darle al pause en su vida, rebobinar un poco para coger fuerzas y seguir hacia delante sin volver a mirar hacia atrás.

Cuando llegó a casa se quitó el abrigo y lo dejó en el perchero, la sonrisa seguía bien visible. Se cruzó con la esponja amarilla que la miraba con unos ojos saltones llenos de vida.

- ¿Sabes? - le dijo la niña nada más verla - Hoy he recordado que el Otoño es mi estación del año favorita.

A veces no nos paramos a mirar las cosas más simples de la vida aunque las tengamos delante, en el fondo, son esas cosas las que nos hacen sentir que seguimos vivos.

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martes, 8 de noviembre de 2011

proyecto XV

Hoy el día amaneció nublado, de esos días en los que no se sabe si va a caer la tormenta del siglo o si por el contrario el viento se llevará las nubes y dejará paso al sol, un típico día de otoño. La niña que quería soñar estaba sentada en la mesa donde en otras ocasiones desplegaba su puzle, aunque esta vez tenía delante una libreta de cuadros azul. ¿Qué se trae entre manos esta vez? El niño pasa por allí con algo en las manos y lo deja sobre la mesa. Tarta de chocolate. A la esponja amarilla se le salen los ojos y se relame de gusto pensando en hincarle el diente a la tarta. Cuando se dispone a hacerlo ve a la niña y se pregunta cómo puede ser que no esté lanzándose a por la tarta ella también. Se detiene en seco y se gira para intentar ver lo que mantiene tan ocupada a la niña. La niña apenas levanta la vista de su libreta, escribe y escribe sin parar, tiene cara de concentrada, aunque a veces divague con la mirada en busca de palabras. A la esponja amarilla no le da tiempo a moverse en dirección a la tarta cuando la niña se levanta de la silla y se va. Esto desconcierta aún más a la pobre esponja pero deja al descubierto una bonita libreta de cuadros azul en la que la niña ha estado escribiendo. Una pregunta pasa a gran velocidad por su mente, ¿debe leer lo que la niña a escrito en ella? la respuesta llega aún más rápido que la pregunta, si la niña no hubiese querido que lo leyera no habría dejado la libreta encima de la mesa, así que con las mismas se sienta en el sitio donde estaba la niña y comienza a leer.

"DÍA 1.- Una tarde de verano en un barco pirata. Yo un simple polizón escondido en una barrica de manzanas. Menos mal que no es de ron, sino hubiera tenido que beberme todo el ron para poder respirar y a estas alturas seguramente ya me habrían descubierto. Observo en silencio todo lo que pasa a mi alrededor. En las últimas ocho horas el barco anda revolucionado, creo que hemos llegado a una playa y vamos a buscar provisiones o por lo menos ya me gustaría, mi dieta de manzanas me tiene el estómago algo tocado. La tripulación va de un lado para otro, sin parar, sin descanso. Anoche se reunieron todos al rededor de una barrica de ron y no dejaron de reír y brindar. Algo grande se acerca. Como me gustaría poder participar, pero desgraciadamente si salgo de mi escondite quizá me tiren al agua o me dejen a mi suerte en esta playa. Aunque si no salgo pronto de aquí además del estómago voy a perder la poca cordura que me queda.

DÍA 2.- El revuelo sigue en el barco. Hoy casi estuve tentado de salir a la aventura pero me detuvo el miedo por ser descubierto, el no saber qué harían conmigo si alguien supiera que estoy aquí escondido. La cubierta del barco parece un hormiguero, todos trabajan sin cesar caminando de un lado para el otro, a veces en silencio, a veces a voces, a veces una simple mirada basta para saber lo que hay que hacer. Yo les observo desde mi escondite. Algo grande se acerca aunque todavía no he descubierto que es.

DÍA 3.- Ya casi no quedan manzanas en mi escondite. Voy a tener que salir antes de lo previsto si no quiero morir de hambre. Todavía no se ha producido el desembarco, de hecho, estoy perdiendo esperanzas de que se llegue a producir algún día, aunque la actividad no cesa.

DÍA 5.- Apenas quedan manzanas en mi barrica. Apenas tengo fuerzas para escribir mi historia. Apenas me queda cordura para relacionar los acontecimientos. Han estado a punto de descubrirme. El miedo se apoderó de mí de la forma más irracional que existe. El miedo se volvió pánico ante lo desconocido. El miedo a perder la vida se unió al miedo de padecer la más dolorosa de las muertes. En una fracción de segundo pasaron por mi mente demasiadas formas de morir cada una de ellas peor que la anterior, quizá sea porque haya visto demasiadas películas de piratas o quizá sea porque mi alimentación a base de manzanas me haya perjudicado demasiado. Esto a trastornado mi ciclo del sueño, ha crispado mis nervios, me mantengo siempre alerta, siempre a la espera de lo peor, de lo desconocido.

DÍA 7.- Hoy he consumido mi último recurso, la última manzana ha desaparecido entre mis dientes y por el sonido de mi estómago la ha digerido antes de que lo llenara. Espero poder aguantar un poco más de tiempo antes de morir. Tengo claro que ese va a ser mi fin ya sea por hambre ya sea a manos de los piratas. Llegado el momento espero tomar la decisión adecuada. 

DÍA 10.- Las fuerzas me están abandonando poco a poco. Continúo en un estado de alerta continuo, me estoy consumiendo. Pierdo el conocimiento a ratos. Pequeños momentos de lucidez entre este mar de agonía. Me acuerdo de ti, de lo mucho que me hubiera gustado poder despedirme de ti, de lo que te hubiera dicho, las cosas pasaron demasiado rápido, cuando me quise dar cuenta estaba en una barrica de manzanas rumbo a lo desconocido. Tú nunca hubieras aprobado mi partida, eras más calculador que yo, pero calcular no implica riesgo ni aventuras que era lo que a mí me gustaba. Ahora te echo de menos, no sabes cuánto, ojalá me hubiera despedido de ti, por lo menos ahora mi conciencia estaría tranquila. 

DÍA 12.- Cierro los ojos y parece que estás aquí, a mi lado, jugando a vivir, apostándonos las sonrisas. Tú me guiabas por el camino de la cordura y yo por el de la locura. Nos complementábamos bien ¿Por qué tuviste que enfadarte? ¿Por qué aquel día? por tu culpa estoy aquí en una barrica, por tu culpa, todo esto es por tu culpa. ¿Qué estoy diciendo? Tú no tienes la culpa de mi mal carácter, lo siento, allá donde estés perdóname, quizá solo quise hacerme el valiente, demostrarte que podía seguir sin ti y mírame, estaba totalmente equivocado, ya no tiene sentido pero una vez más has ganado.

DÍA 14.- Los piratas... mi barrica... agua... amanecer... sonrisa... ¡Arriba las manos!... en el monte hay perdices... ¿Dónde estás amigo?... amigo... perdóname..."



La esponja no sabe qué cara poner después de leer la historia de la niña, últimamente tiene unos sueños de lo más raro. La tarta de chocolate sigue en la mesa, a veces, hay cosas que ni el chocolate puede arreglar.

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

proyecto XIV

Casi estamos en otoño y las cosas van volviendo poco a poco a la rutina diaria de siempre, la niña sigue empeñada en soñar, el niño sigue queriendo escribir y la esponja amarilla también sigue por aquí. ¿Qué será de nuestros amigos? ¿Qué nuevas aventuras les tocará vivir? No adelantemos los acontecimientos, poco a poco ellos mismos nos lo irán contando.

Como ya hemos dicho antes con la llegada del otoño vuelven las obligaciones, con ellas vuelven los sueños pero también el cansancio. La esponja amarilla intenta contarle algo a la niña pero esta parece no prestarle mucha atención. Está cansada, tan cansada que tiene que hacer verdaderos esfuerzos para mantenerse despierta. La razón a su cansancio es que lleva varios días sin poder dormir bien, la niña que quería soñar ya no sueña. ¿Dónde habrán ido los sueños de la niña? ¿Seguirán todavía de vacaciones? La niña está dispuesta a que sus sueños vuelvan a acompañarla en sus descansos por lo que empieza a maquinar una posible solución.

La esponja amarilla se calla durante un rato pero la cara de la niña no cambia. Cuando se percata del silencio del ambiente vuelve a la realidad y descubre a la esponja amarilla mirándola fijamente. La niña le sonríe con cara de niña buena.

- Tengo una gran idea para que mis sueños vuelvan.

La niña se levanta y va a buscar al niño que quería escribir que, como siempre, está ocupado en sus cosas.

- ¿Me cuentas un cuento?
- ¿Perdona? - Le pregunta el niño con cara de confundido
- Que si me cuentas un cuento - insiste la niña
- ¿Ahora?
- ¿Me cuentas un cuento o no?

El niño la mira con curiosidad, no sabe que mosca le ha picado pero mejor contarle un cuento antes de que se ponga pesada.

- ¿Qué clase de cuento quieres que te cuente?
- El que quieras.
- ¿Aunque sea de un enano que vivía en una caja?
- Aunque sea de un enano que vivía en una caja - confirma la niña con una sonrisa.

Se pone cómoda, se abraza a un cojín y se prepara para escuchar el cuento.

- Bueno, dejemos el cuento del enano que vivía en una caja para otra ocasión. Ahora me apetece contar la historia del Golem de Praga.
- ¿Golem? ¿Qué es un Golem? - pregunta ansiosa la niña.
- Espera a que te cuente la historia y lo sabrás - con estas palabras el niño daba por comenzado el cuento - 
No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá Loew, que era rabino en Praga.
¿Quíén era Judá Loew el rabino de Praga? Pues este hombre, cuenta la leyenda, que habitaba en Praga en el siglo XVI. Él creó un Golem de arcilla para proteger al pueblo judío así como el mantenimiento de la sinagoga.

- ¿Pero que era el Golem? ¿Qué forma tenía? ¿Cómo se llamaba? ¿Era bueno? - interrumpió la niña.
- El Golem fue creado en la orilla del río Moldava en Praga, Judá Loew el rabino, lo moldeó con sus propias manos con la arcilla de la orilla, al igual que cuentan otras leyendas, que así Dios le dio forma a Adán. Pero modelarlo con arcilla no era suficiente para que el Golen tomara vida y se convirtiera en un Golem como tal. Para ello hacía falta que realizara una serie de rituales y que pronunciara los conjuros mágicos en hebreo. Tras esto nació el Golem.
- ¿Entonces era un muñeco de barro? ¿Como si fuera un castillo de arena que hacen los niños en la playa? ¿Y si le daba el agua se deshacía?
- Para que el Golem tuviera movimiento además de apariencia humana, hacía falta que llevara el nombre de Dios escrito en una tablilla de barro debajo de la lengua o bien la palabra "Emet" que en hebreo significa "verdad".
- ¿Pero no era incómodo llevar una tablilla de barro debajo de la lengua? ¿Al pobre no le molestaba al comer?
- Menos mal que el Golem no podía  hablar porque si hubiera sido tan cansino como tú no habría durado ni cinco minutos con vida, y no, el Golem no tenía la necesidad de alimentarse y también carecía de alma. El Golem creado por el rabino Loew era muy obediente y ayudaba al puedo judío y a toda persona que se lo mandase. El pobre no era muy inteligente y con el paso del tiempo además se volvió malo.
- ¿Malo? ¿Y entonces qué pasó?
- Al volverse malo, el rabino no tuvo más remedio que matarlo, borrando la letra "E" de la tablilla de barro que llevaba debajo de la lengua, quedando escrito por tanto la palabra "Met" que significa "muerte" en hebreo. Así fue como el Golem murió. Cuenta la leyenda, que encerraron los restos del Golem en un ataúd en el ático de una sinagoga en Praga y que podría ser devuelto a la vida si es necesario.
- ¿Resucitarlo? ¿Al Golem? ¡Qué bien! ¿Por qué no vamos a Praga al sitio ese raro y lo resucitamos? Tendríamos un Golem para nosotros solos, ¿qué te parece esponja?

Y poco a poco miles de preguntas y de ocurrencias se fueron acumulando en la cabeza de la niña que quería soñar y así, poco a poco, como ocurren las cosas, los sueños que habían tardado en volver, volvieron a aparecer.





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viernes, 5 de agosto de 2011

proyecto XXIII

Calor, verano, vacaciones, viajes, aventuras, trabajo.


Los sueños no se acaban, se acumulan.
Feliz verano

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jueves, 30 de junio de 2011

proyecto XXII

"Sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido hasta el siguiente"


Música, canciones, espacios, oscuridad, dado, dolor, loro, ropa, paseo, osito, todo, dominó, noticia, cianuro, roncar, cara, rama, manantial, alcohol, olvido, dormir, mirada...

La niña que queria soñar apuntaba palabras sueltas en una hoja de papel. El niño que quería escribir, curioso, se asoma a ver que está escribiendo la niña. Tras un rato intentando relacionar las palabras le pregunta.

- ¿En que consisten tus sueños hoy?
- Estoy jugando
- ¿A qué juegas?
- Escribo una palabra y a continuación otra que empiece con la última sílaba de la anterior. ¿Juegas?
- Yo no juego así, yo juego a escribir una palabra y a continuación otra que empiece con la última letra de la anterior.

La niña se lo piensa, no parece tan dificil, pero a ella le gusta más jugar con las sílabas, así hay menos posibilidades de encontrar fácilmente una palabra.

- A mi me gusta más con la sílaba - dice la niña finalmente.
- Yo juego con la letra, ¿juegas?

Ella no quiere cambiar sus reglas, pero la verdad es que le apetece mucho jugar, así que acaba cediendo.

- Vale, pero yo pondré la primera palabra. Música.
- Amarillo
- Océano
- Oreja
- Jardín
- ¿Jardín? eso no empieza por A
- Perdona, pero todavía me estoy acostumbrando a las nuevas reglas.

A veces lo difícil no es jugar, sino entender como quieren los demás que sea el juego. Con tiempo y un poco de práctica ¿quién no lo consigue?

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jueves, 23 de junio de 2011

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Me cansé de esperar, ¿cuál será mi castigo por incumplir las normas? no tengo miedo, quizá aquí en el fondo, pero muy en el fondo y solo quizá.

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jueves, 9 de junio de 2011

Proyecto XXI

A la niña que quería soñar hoy le brillan los ojos. La esponja la mira en silencio. Cuando la niña está en ese estado nunca sabe lo que está pasando por su mente. ¿Qué soñará esta vez? La esponja amarilla juega a adivinar sus sueños. Sus ojos brillan de alegría, una gran noticia, un gran acontecimiento, el corazón latiendo desbocado, la sangre fluyendo por sus venas a gran velocidad, nervios, esa sensación de felicidad que solo puede expresarse en un abrazo, en un suspiro, en una sonrisa. Tal vez sus ojos brillen de ilusión, como los niños con las cosas nuevas, con las chucherías, con los helados, como los mayores cuando se reencuentran después de mucho tiempo y empiezan a recordar historias de la infancia, de la juventud, recuerdos llenos de risas y de juegos, de amistades, de buenos momentos. Puede ser también que sus ojos brillen de sorpresa frente a un regalo, de esos que hacen mucha ilusión porque son de una persona especial, de un amigo o de un desconocido, cosas envueltas en papel de regalo de colores, sorpresa ante lo desconocido, ante lo nuevo, ante lo que podrá ser y lo que se quiere que sea. ¿Será por tensión? como cuando ves una película en la escena clave donde el bueno está a punto de matar al malo y rescatar a la chica, o cuando están a punto de encontrar la clave que resolverá el misterio, o simplemente cuando aparecen los créditos y sabes que la película se ha acabado y te quedas con ganas de más, con ganas de hilar las cosas, con ganas de dar continuidad a los personajes y a las historias. Quizá brillen por nostalgia como cuando acabas un libro y te da pena deshacerte de los personajes y por eso siguen revoloteando en tu cabeza durante un tiempo, tiempo en el que creas finales alternativos donde los personajes viven cosas que solo ocurren en tu imaginación, o reviven cosas que ya vivieron en el libro pero quizá contadas desde otro punto de vista, con tu final, con un sabor de boca diferente, con una historia creada solo en tu imaginación. La esponja amarilla vuelve a mirar esos ojos brillantes, intenta atravesar la barrera que conduce hasta los pensamientos de la niña. Nuevamente empieza el juego. Nuevos supuestos, un concierto, la ilusión de escuchar a tu grupo favorito en directo, la gente, la música, esa canción que te pone los pelos de punta, las notas que te atraviesan y te hacen volar hacia sitios insospechados, el ambiente, las luces, la tensión, destrozarte la garganta cantando junto a ellos sin importar el mañana, solo cada segundo del presente. ¿Serán los nervios? como esos nervios que se presentan antes de los exámenes, que no te dejan dormir, comer o pensar, esos nervios que llegan de repente y te invaden, que no dejan espacio en tu estómago, que aparecen de la nada e igualmente se van cuando menos te lo esperas, esos que te crean un nudo en la garganta para que no seas capaz de articular palabra.

En mitad del juego la niña se levanta. La esponja amarilla la sigue con la mirada. La niña se mueve hacia su habitación y se abraza a su almohada. Una tímida lágrima se escapa de sus ojos brillantes. Con un leve gesto con la mano, la lágrima desaparece y los ojos de la niña se cierran. La esponja amarilla no puede dejar de pensar e imaginar que es lo que está pasando por los sueños de la niña. Las ideas fluyen en todos los sentidos buscando algo que encaje con lo que cree haber visto. Solo se le ocurre una posible explicación pero es demasiado tentador caer en tópicos, las lágrimas no tienen porqué ser de tristeza. ¿Qué podría poner triste a la niña? La esponja empieza a hacer una lista de cosas tristes. Una herida, una decepción, algo que perder, esa canción que hace que se te erice la piel, miles de tópicos en los que poder caer, pero la vida no siempre es perder, al igual que el amor no tiene porqué doler. La esponja amarilla decide terminar su juego, sin quererlo, a ella los ojos también le brillan.

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miércoles, 25 de mayo de 2011

proyecto XX

- ¿Problemas con el puzle? - pregunta el niño que quería escribir a la niña que quería soñar
- No sé.
- ¿Y eso?
- No sé.
- ¿Necesitas ayuda?
- No. A mi me van los retos.

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viernes, 13 de mayo de 2011

proyecto XIX

Hoy el tiempo está un poco indeciso, lluvia, calor, viento, sol, una típica tarde de primavera. La esponja amarilla lee en un rincón, el niño que quería escribir prepara sus prácticas y la niña que quería soñar aprovecha para seguir con su puzle. Cuando empezó a juntar las piezas probó la asociación de ideas, al principio funcionó pero como siempre las cosas dejan de funcionar cuando menos lo esperas, así que esta vez quiere intentar algo nuevo. Se centra en las ocho piezas que tiene delante, perfectamente encajadas, que intentan formar un todo. Mira por la ventana. Sol. Coge una pieza. La observa. La gira. Suspira. Deja la pieza apartada en la mesa y se levanta. Vuelve a sentarse. Coge la pieza apartada. Vuelve a mirarla. La niña sigue allí pero su mente vuela de sueño en sueño, de flor en flor, de nube en nube, de piruleta en piruleta, de montaña en montaña, de árbol en árbol, de vida en vida. "Como siga así no voy a colocar ni una sola pieza" piensa de repente. "¿Para qué quiero las piezas si no puedo hacer un puzle?" se pregunta. De repente se le iluminan los ojos y sonríe. Mira la pieza que tiene en su mano y dice: "Cuatro piezas unidas colgando de un hilo, cuatro lados opuestos, dos palos y al techo anclado" pieza encajada. Coge otra y dice: "Una pieza, lo de arriba la cabeza, pared y un lápiz, con el lápiz dos brazos y dos piernas" Diez piezas ya. "Ocho piezas apiladas, una a una la torre formaban" y otra pieza más encaja. La niña sonríe. A veces, tener imaginación es lo único que nos hace sonreír.

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martes, 26 de abril de 2011

proyecto XVIII

Las 17.35, silencio, demasiado silencio, piensa la esponja amarilla, ¿dónde está todo el mundo? se acerca con cautela a la niña. Se la encuentra tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto. ¿Qué estará soñando esta vez? La esponja la mira y la niña no duerme, tiene los ojos abiertos y le regala una sonrisa. La esponja entonces examina la situación. Si la niña no duerme, no sueña, pero está en silencio. Algo no encaja. La esponja entonces recuerda el detalle del pie izquierdo. Se asoma por el otro lado del sofá. Efectivamente ahí sigue el pie levantado. La niña que quería soñar mira a la esponja a la vez que mueve los dedillos del pie. La esponja sonríe y presta atención al pie, ahí está, la razón por la que la niña tiene el pie en alto, la razón por la que la niña está en silencio y tumbada en el sofá sin dormir. Ahí justo delante de sus ojos y debajo de los dedos, antes de llegar al arco del pie, una perfecta, redonda, semitransparente y dolorosa ampolla. La esponja da un paso atrás y frunce la nariz en señal de dolor. La niña suspira, si, le duele, pero sigue callada. ¿Qué otra cosa puede hacer? Después de 45 minutos de paseo a marcha rápida lo raro es que no le hayan salido más. La esponja duda antes de preguntar dónde está el niño, pero rápidamente la niña se lleva un dedo a la boca en señal de silencio. Si el niño se entera puede estar horas riéndose de la niña. La esponja reprime una carcajada. Bueno, más bien lo intenta pero no lo consigue mucho, más bien nada. La risa de la esponja contagia a la niña que también empieza a reírse. Tanto escándalo en una tarde tan tranquila evidentemente llama la atención del niño que quería escribir. Cuando llega se encuentra con la niña tumbada en el sofá con el pie izquierdo en alto, la esponja amarilla al lado del sofá prácticamente tumbada en el suelo y ambas con un ataque de risa incontrolable. Vaya par de dos. Alza una ceja y entre abre la boca con la intención de preguntar qué es lo que pasa pero en su mente se cuela un ¿para qué, si ni siquiera van a escuchar la pregunta? La niña lo ve y le guiña un ojo invitándole a unirse a la sesión de risoterapia. El niño la mira con cara de no entender nada, asume la locura transitoria de la niña y la esponja amarilla y empieza a girarse para marcharse.

- ¿Sabes lo que me apetece ahora mismo mucho, mucho, mucho? - escucha decir a la niña entre risa y risa.

-  No me lo digas, ¿chocolate? ¿Y cómo te apetece hoy?

- Mmmm - La niña se lo piensa un poco, no mucho, solo el tiempo suficiente para que le brillen los ojos - Hoy me apetece en tarta

Ambos se miran durante un instante hasta que la niña no puede controlar más la risa. Risas con chocolate, risas con amigos, chocolate con amigos, cualquier combinación es buena si consigue hacerte sonreír.

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viernes, 1 de abril de 2011

proyecto XVII

Luna, estrellas, peces, mares, bicis, senderos, montañas, nieve, suerte, tiempo, dinero, amor, vida, sueños, amanecer, risa, rojo, viento, marea, zumo, mañana, coche, silencio, luces, besos, rizos, olvido, noche, mentiras, verde, frío, leopardo, almohada, dolor, lazo, ficha, llanto, arena, música, queso, lengua, bufón,...

Así empezaba el folio que la niña tenía delante. Escribía una palabra y perdía su mirada en el infinito hasta que escribía otra palabra diferente. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué estaría soñando? A veces se detenía más tiempo de lo normal, volvía a leer la lista desde el principio, volvía a perderse en sus sueños y al rato escribía una nueva palabra. Algunas las escribía muy rápido, otras muy lento, unas con una sonrisa, otras sin ningún gesto, unas en plural, otras casi sin mirar. Pareció que perdía la capacidad de respirar al escribir ciertas palabras, pero después de una pausa suspiraba y seguía. No había expresión en sus ojos cuando lo leyó todo por última vez. Había rellenado una cara de un folio. Palabras sin sentido, palabras unidas y separadas por una coma. Al fin y al cabo solo eso, palabras.

La vida se forma de palabras, palabras para rellenar momentos, palabras para formar cuentos, palabras para hablar, para escribir, para sentir, para olvidar, para reír, palabras para describir, palabras para tapar silencios, para rellenar vacíos, para remendar daños, palabras para susurrar, para gritar, para cantar, palabras para romper, para empezar, para continuar, palabras para saludar, palabras para pensar, palabras para desayunar, palabras para comer, para merendar y para cenar, palabras para dormir, palabras para soñar. La vida es simplemente eso, palabras.

Se giró hacia la ventana. Quizás sus palabras algún día aprendan a volar, a las demás, se las llevará el viento. Ese viento que se lleva los sueños, que se lleva los miedos, que le revuelve el pelo, que mueve las hojas en invierno. Palabras, en el fondo todo esto son solo palabras.

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jueves, 17 de marzo de 2011

Proyecto XVI

La niña que quería soñar hoy está empachada. Le duele la barriga y es por su culpa. Ella lo sabe perfectamente y por eso no se queja. ¿A que se debe el empacho? Demasiado chocolate. Pero ella no se queja porque el chocolate es su pasión y cada vez que puede recurre a él, ya sea para pasar un buen rato, para saciar su hambre o para olvidar. Esta vez ha sido por una apuesta, pero en el fondo da igual, le va a seguir doliendo la tripa durante un buen rato, asi que cierra los ojos y se deja llevar. El ruido de su estómago le recuerda al mar, a las olas. Le encanta soñar con el mar, la relaja, la lleva de viaje a través de las olas, de los cuentos. Piensa en las gaviotas, en los peces, en las estrellas, en el amor. El mar es como el amor. Cuando uno está enamorado es como si flotara en el mar, siendo arrastrado por la vida, por la brisa, disfrutando de todo en cualquier lugar sin importar donde se está exactamente. Los problemas vienen cuando uno se acerca a la playa, el rompeolas. Las discusiones que te ahogan, el miedo a caer, el miedo a las olas, la tensión, las dudas, las preguntas, los porqués. Una vez llegado a ese punto pueden pasar dos cosas, o que las aguas se calmen volviendo a ser arrastrado mar adentro, o que la resaca de la marea te deje varado en la playa. Solo. Con la cabeza en otra parte. Sin tener muy claro lo que ha pasado, sin saber quien ganó la batalla y quien la perdió. Después de un cierto tiempo en la orilla, dejas de pensar en el mar y descubres que hay arena bajo tus pies. Entonces entretienes tu mente con las cosas que vas encontrando por la playa. ¿Olvidarás el mar? ¿Cómo olvidar algo que tienes delante? El mar y sus olas. No podrás olvidar como te mecían las olas, los peces de alta mar, las gaviotas, pero empezarás a conformarte con las conchas enterradas, con las piedras de colores, hasta que un día no recuerdes que era lo que te gustaba del mar. Y entonces, un día, sin saber muy bien porqué ya no te gustará nadar en el mar, así que cogerás un barco para navegarlo. ¿Miedo? Quizá. Dejarás que tus manos recorran la superficie del agua y sentirás la misma sensación que la primera vez. Pero no querrás recordar y volverás a la orilla, buscarás una botella que llenar con arena y la tirarás al mar. Se hundirá, igual que se hunden las esperanzas, los miedos y los sueños. La niña se siente como esa botella de arena bajando por la inmensidad del océano. Le sigue doliendo la tripa, sigue empachada. Aún así sabe que no va a renunciar al chocolate, mmmmm, chocolate. Imagina peces de chocolate en su mar particular de sueños. Nada como un buen pez de chocolate para volver a soñar, esta vez con los duendes, con las hadas, con manzanas. Fresas con chocolate, nueces con chocolate, le sigue doliendo la tripa pero le da igual, la vida con chocolate tiene otro sabor.

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jueves, 24 de febrero de 2011

proyecto XV

La niña que quería soñar ha decidido seguir con su puzle. La esponja amarilla, como siempre, se pone a su lado para darle ánimos, a la esponja no le gusta hacer puzles, pero se entretiene viendo como los hace la niña. El niño que quiere escribir está en sus cosas, ajeno a la situación puzlera. La niña vuelve a la asociación de ideas, esa que le dio buen resultado en algún otro poyecto. Coge una pieza, la mira, la gira y piensa "Es como la noche y la luna". Pero la pieza no encaja. "Claro, hay noches que no tienen luna". Vuelve a girarla y piensa "Como las bicicletas y los senderos". La pieza vuelve a no encajar. "Un tenedor y un pimiento". Nada. "¿Las cebollas y los ciervos?" Una vez más la pieza no encaja. La cambia por otra. Mira a la esponja amarilla en busca de alguna idea mejor. "Pasear y respirar" Parece que encaja pero no, queda un poco ancha, habrá que probar otra. "El silencio y la guerra", "Sufrir y llorar", "El azul y el rosa", "Leer y sentir", "Un campo de arroz y un pájaro gris" son algunas de las asociaciones que va haciendo la niña, pero ninguna hace que sus piezas encajen en su puzle. El niño la mira de reojo, espera a que la niña le pida ayuda, pero en el fondo sabe que la niña no lo hará, así que se acerca a la mesa, coge una pieza al azar, la mira, la gira y la encaja, seis piezas ya. La niña lo mira. "¿Cómo lo haces?" le pregunta al niño. El niño la mira y sonríe. "¿No piensas contarme tu secreto? ¿No me vas a decir como haces que cada pieza encaje solo con mirarla?" El niño la mira, coge otra pieza al azar y vuelve a encajarla. "Así".

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lunes, 14 de febrero de 2011

proyecto XIV

El niño que quería escribir lleva una semana cojo. ¿El porqué de su cojera? todo un misterio. La niña que quería soñar y la esponja amarilla están decididas a resolver el misterio. Se sientan la una enfrente de la otra y empiezan a lanzar ideas al aire. La niña se imagina que el niño cojea porque se cayó jugando a los superhéroes. Quizá quería ser como spiderman y tropezó con un ladrillo mal puesto en la pared. La esponja en cambio piensa que cojea porque se ha dado un golpe en el pie contra un mueble, de esos que te hacen ver las estrellas. A la niña le duele solo el imaginárselo, pero no cree que el niño fuera capaz de reprimir un grito de dolor al golpearse así que también se desecha esa idea. Nadie sabe porque pero el niño cojea. La niña busca en su mente alguna situación que le permita explicar una cojera, se le ocurren muchas, pero ninguna convincente. Una pata de palo, una piedra en el zapato y el mordisco de un perro también son ideas rechazadas, aunque la niña divaga en historias de piratas, loros y peces y por supuesto no le importaría en absoluto que el niño fuese un pirata de esos modernos, sin parche en el ojo y sin garfio en la mano. Quizá en algún rincón tenga escondido un barco, de esos con dos mástiles, con grandes velas para surcar los mares en busca de peligros y tesoros. Los ojos de la niña brillan de emoción pero la esponja amarilla le recuerda que los piratas solo existen en los cuentos, que el niño no tiene una pata de palo, ni es un pirata, simplemente cojea. La niña la mira un poco enfadada pero en el fondo sabe que la esponja tiene razón. ¿Alguna otra idea? Ambas se miran. Ninguna. La niña suspira, quizá solo haya sido un tropiezo y es probable que pronto deje de cojear, pero hasta entonces la niña seguirá pensando que es un pirata y seguirá buscando en cada rincón un barco de madera que le permita alejarse mar adentro, con una jarra de grog en la mano y un loro apoyado en su hombro izquierdo. Mientras quede ilusión siempre se podrá soñar.

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martes, 1 de febrero de 2011

proyecto XIII

La niña que quería soñar hoy está haciendo un puzle. El niño que quiere escribir mira el puzle sin mucha confianza. La esponja amarilla le guiña un ojo y la anima a continuar. La niña imagina que cada pieza del puzle es una idea, si consigue unir una idea con otra, pronto se formará un gran todo y así acabará el puzle. Coge una pieza y piensa en poder unirla con otra. "Esto no tiene que ser difícil" piensa. "Es como unir el sol con un amanecer" y entonces como por arte de magia coge otra pieza y encajan. La niña sonríe. "Es como unir el mar con un pez" y otra pieza encaja, ya son tres. Al ver tal entusiasmo, el niño que se había marchado, regresa para mirar los cambios. "¿Me ayudas a ordenar ideas?" le pregunta la niña. El niño la mira pero no opina. Mira por encima las piezas esparcidas por toda la mesa y coge una al azar. "¿En que se parecen un pez y una estrella de mar?" dice la niña mientras coge la pieza que sostiene el niño en su mano y la encaja entre las suyas. El niño la mira y luego mira las cuatro piezas unidas. Vuelve a mirar a la niña y suspira. "Sé que crees que no voy a conseguir unir todas las piezas porque no soy capaz de unir todas las ideas." Al niño no parece sorprenderle lo que escucha. La niña prosigue "Quizá no lo sepa todo, quizá no quieras contarme lo que me falta por saber, quizá no quieras ayudarme a comprender, pero poco a poco las piezas irán encajando, como las ideas, y así, poco a poco, conseguiré hacer el puzle, ¿qué tal las estrellas con los sueños?" y una pieza más se une a su pequeño cuento.

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miércoles, 26 de enero de 2011

proyecto XII

- ¿Un día de la semana?
- El jueves
- Un número
- El 9
- Un color
- El rojo
- Un recuerdo
- El mar
- Un olor
- El olor del pelo
- Un músculo
- El biceps braquial
- ¿El biceps branquial?
- Braquial, he dicho el biceps braquial
- Aún así... en fin, ¿un gesto?
- Una media sonrisa
- Un animal
- La ballena azul
- ¿Un helado?
- Pistacho
- Un juego
- El ajedrez
- Una hora
- Las 5 de la mañana
- Un cuento
- Barba Azul
- Un refrán 
- El tiempo pone a cada uno en su lugar
- ¿Un coche?
- Un descapotable
- ¿Un descapotable? ¿Dónde vas con un descapotable?
- ¿Y dónde vas tú con tantas preguntas?
- A ningún sitio


Esa misma tarde, bastante después de la ronda de preguntas, el niño encuentra una hoja pegada en una ventana. Se acerca para tirarla pero una vez entre sus manos empieza a leer:

"Nueve años después aún recuerdo aquel jueves, cuando el mar se volvió rojo en aquel atardecer. Al cerrar los ojos aún percibo el olor de tu pelo, camomila. Te gustaba estudiar en la playa. Yo te acompañaba cada vez que podía, biceps braquial era lo que tocaba aquella tarde. Me miraste con tus ojos color pistacho mientras me dedicabas una media sonrisa, tu media sonrisa. Recuerdo que hice alguna broma con una ballena azul que te recordó a aquellas historias de piratas que solías leer. Me imaginabas como Barba Azul blandiendo mi espada de madera contra todo aquel que se atreviese a desafiar mis órdenes. Con una jarra de grog en la mano y un loro parlanchín en el hombro izquierdo. No dijiste nada de un parche en el ojo pero supongo que fue porque por aquel entonces todavía utilizaba gafas. Dejabas volar tu imaginación con cualquier cosa, por lo que tenía que recordarte que volvieras a estudiar, mientras yo me centraba en el momento, en perderme, en encontrarme, en encontrarte. A veces jugaba solo al ajedrez, siempre decías que aquello era muy complicado, como el mundo, como tú, como yo. Entonces era cuando oscurecía y te llevaba a casa. Aquel día te subiste en mi viejo R5 y me hiciste bajar todas las ventanillas. Cuando el aire revolvió tu pelo me dijiste que si alguna vez te subías a un descapotable pasarías de peinarte. Aquella noche se nos hizo tarde. Te fuiste cuando en mi reloj daban las 5 de la mañana. ¿Qué pasó después? La vida se complicó, se nos complicó. Nueve años después aquí estoy. No te busco, solo que hoy tu recuerdo vino a verme. El tiempo pone a cada uno en su lugar y mi lugar está aquí y el tuyo a saber dónde. Los recuerdos ya no me duelen, solo me hacen compañía en días como hoy y ¿sabes qué? Me encantó conocerte."

domingo, 23 de enero de 2011

A veces solo hace falta un poco de magia, solo eso

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lunes, 10 de enero de 2011

proyecto XI

La niña que queria soñar hoy está muy pensativa. Mil preguntas rondan por su cabeza, llena de dudas, llena de historias y de sueños. El niño que por allí anda se acerca y la mira.

- ¿Alguna novedad? - pregunta
- Pues no se - responde la niña levantando los hombros
- Creí que estabas pensando en algo, se te veía concentrada
- Si, pensaba.

El niño la interroga con la mirada pero la niña parece que ha vuelto a sus pensamientos. Mira a la esponja amarilla pero esta prefiere no meterse en líos por ahora así que se encoge de hombros y sigue con sus cosas.

- El cromosoma X es como el pollo agridulce - dice de repente la niña

El niño que ya había vuelto a sus cosas abre los ojos de par en par y mira a la esponja amarilla con cara de susto y de no entender nada. La esponja le devuelve la mirada, ella tampoco entiende nada. El niño se acerca con curiosidad a la niña pero no sabe si es mejor preguntarle algo o quedarse cayado. Elige la segunda opción, hoy se siente prudente. Al cabo de un tiempo la niña descubre que el niño la mira.

- ¿Qué? - le pregunta
- Pues he creído escuchar algo del cromosoma X pero no me ha quedado muy claro que era
- Que el cromosoma X es como el pollo agridulce
- ¿Y eso? - pregunta con cara de no entender nada.
- Muy fácil. Es como cuando te dan una noticia muy buena y a la vez una muy mala.

La niña se gira y ve al niño y a la esponja amarilla mirándola fijamente, así que decide seguir hablando.

- Cuando te dan una noticia muy buena y una muy mala, por un lado te sientes extremadamente bien y por el otro como una mierda. El resultado de estos dos sentimientos no derivan en un sentimiento neutro, sino que hay zonas de uno mismo que se sienten llenas de alegría y hay zonas a las que les embarga la tristeza. Es como los gatos hembra. En las hembras de los gatos se ve claramente por el color de su pelo, que cromosoma X se ha desactivado, el de la madre o el del padre. Lo mismo ocurre con la felicidad en los momentos de emociones contrarias. En unas células se inactiva el gen de la felicidad y en otras no, por eso el sentimiento de ambas cosas a la vez no provoca un sentimiento neutral sino provoca una felicidad extrema y una tristeza extrema por zonas, según la zona en la que se inactive.

Las caras del niño y de la esponja a estas alturas de la conversación son un poema. Pero la niña está tan convencida de lo que está diciendo que se olvida de su audiencia y sigue hablando.

- Por eso, he llegado a la conclusión de que el cromosoma X es como el pollo agridulce, porque no provoca la felicidad ni la tristeza extrema, pero te deja una sensación tal que no sabes exactamente lo que sientes y a la vez lo sabes perfectamente.

La niña ha dejado de hablar hace un rato pero ni el niño ni la esponja han dicho ni una palabra, de hecho ni se han movido. Todavía están asimilando todo lo que ha dicho la niña. Esta vez sí que se ha pasado soñando, pero ninguno va a despertarla de su sueño. ¿Miedo a su reacción? No. Miedo a que sea verdad. Tal vez la vida no sea tan complicada, solo hay que saber combinarla con la salsa adecuada.

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