jueves, 23 de diciembre de 2010

proyecto X

Lluvia, frío, viento, no cabe duda de que llegó el invierno. Con él llegan las luces, las guirnaldas, las fiestas, los abrazos y los hasta luego. Nuestros personajes también se separan para estas fechas. Cada uno, con más o menos ganas, viaja a su sitio de origen para pasar unos días alejados del murmullo de la ciudad. La niña aprovechará para recuperar sueños perdidos, cultivar la paciencia y cargar pilas, el niño intentará desconectar de todo aunque sabe que probablemente no lo consiga y la esponja amarilla esperará ansiosa el regreso de sus amigos para volver a vivir mil aventuras, mil anecdotas, mil broncas, mil sorpresas y millones de momentos inolvidables. Como inolvidable ha sido este año que ya se nos acaba. ¿Qué les deparará el 2011? Solo el tiempo tiene la respuesta.

Hasta pronto :)


viernes, 10 de diciembre de 2010

proyecto IX

Érase una vez que se era una mañana fría y azul, rosa y morada, también tenía algo de naranja y un poco de verde en el color de las sábanas. Al fondo un jardín, amarillo y granate, de piedras con lunares. En las piedras una inscripción. Cuatro letras: ATGC. Dentro de la A un olivar, dentro de la T una estrella fugaz. En la G un sombrero y en la C un guerrero. El guerrero secuestró el sobrero y lo escondió en el olivar, pidiendo que nadie lo encontrara a la estrella fugaz. La estrella le guiñó un ojo, enamorando al guerrero que la siguió hasta el mismo infierno. Un infierno color pistacho, morado y plateado. Algo de azul, algo de dorado. La estrella al guerrero había despistado, olor a caramelo, a regaliz, a mora. El guerrero vagaba perdido en mitad del infierno pero no le importaba, la misión llevaba escrita en su espada. La estrella en el cielo brillaba, alegre, pensativa y a veces cansada. De colores claros, verdes, amarillos y anaranjados, a veces riendo y a veces llorando, en el guerrero seguía pensando.

Un dragón gris y un lagarto rosa discutían por una mariposa. Los dos querían darle nombre, los dos querían que fuera su esposa. Ente tanto llegó el guerrero intentando poner orden. Pero pronto lo distrajo el sonido de un renacuajo. Tantas cosas había en aquel lugar que amaba y odiaba, que apenas pudo ver como la luz se apagaba. Primero desapareció el naranja, llevándose consigo el rojo. El amarillo se volvió dorado y desapareció el morado. El infierno se volvió blanco, después opaco, después simplemente vacío.

El guerrero miraba absorto como cambiaban de color las hojas, del verde más intenso al marrón más apagado y después simplemente desaparecían dejando un hueco vacío. Así, poco a poco y sin sentido, fueron desapareciendo todas las cosas. Primero aquellas sin importancia, aquellas que nadie echaría en falta. Después las cosas pequeñas, las que se pierden en cualquier bolsillo. Le siguieron las medianas, las cuadradas, las alfombras planas, después las cazuelas y las palanganas. A continuación las grandes, los relojes, los árboles, después los animales, los sabores, los olores, las risas, las canciones. Poco a poco como en una lluvia de otoño fue desapareciendo el mundo y apareciendo el vacío.

El vacío era frío, perezoso y también algo pegajoso. Cuando se tocaba se expandía, cuando se miraba te atraía. El guerrero utilizó su espada contra el vacío y se volvió vacía. La soltó pensando que el vacío le alcanzaría de no hacerlo. Pensó en la estrella, en si ella podía haber escapado a aquello y la escuchó reír. Cerró los ojos y el negro se apoderó de todo al volver a abrirlos. El vacío era frío y oscuro. El silencio ocupaba lo que antes llenaban los colores. El guerrero intentó gritar pero su voz sonó vacía. Un último pensamiento a la estrella y se sintió vacío. Nada por lo que luchar, nada por lo que seguir, nada que le hiciera moverse, vivir o sonreír. Simplemente vacío.

Mientras tanto, en un lugar lejano, una esponja y un niño hablan despacio.

- ¿Qué le pasa a la niña? ¿Has visto lo cansada que está, lo que le cuesta pensar y como la mirada tiene perdida?
- Si, lo sé, la niña ha dejado de soñar, ha cambiado los sueños por pesadillas.

.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

proyectoVIII

Hoy la esponja amarilla no se quiere levantar. ¿Qué le pasa? ¿Acaso se ha resfriado? ¿Acaso los ojos se le han pegado? La niña se acerca y la mira. Aún respira. Por lo menos es un buen comienzo. El niño, preocupado, la mira por todos lados. ¿Acaso algún trozo se le ha descolgado? La revisión termina y parece que todo está en su sitio. Menos mal, el  niño se había asustado. ¿Entonces que le pasa a la esponja que todavía no se ha levantado? La esponja duerme. Duerme tan profundamente, que ni el niño ni la niña van a conseguir despertarla hoy. Sueña con el mar, sueña con sus amigos, sueña con piñas y con medusas, sueña con maullidos de caracoles, sueña con tiburones. Duerme tan profundamente que no se da cuenta de que el niño y la niña han ido a buscarla. No se da cuenta de que su historia ya no está en el agua. Puede que quizá se sienta sola. Puede que esto solo sea una historia. ¿Será de esas en las que el final sabe a regaliz? ¿Será de esas historias que te hacen pensar? ¿Acaso será una historia de las que te hacen sufrir? ¿O será de esas en las que no puedes parar de reir?

- Está cansada. Anda, vamos, déjala dormir.

.